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Los jardines de Jémez

Escrito por Viernes, 04 Diciembre 2015

    Opinión. 'Tontos hay en todas partes, eso seguro, pero en ocasiones sobran las valoraciones sobre las decisiones que toman los demás'

    Opinión. Sirva como punto de partida una rueda de prensa cualquiera, con la presencia de los periodistas que habitualmente siguen al Rayo. Ahí, en su hábitat natural, Paco Jémez se mueve como pez en el agua, maneja todos los registros, la seriedad y gravedad de determinadas afirmaciones, los 'chascarrillos' y frases ingeniosas, los 'digo todo sin decir casi nada' y los 'no digo nada, pero ya está todo dicho'. Sinceramente, Paco me parece un tipo genial como entrenador en todas sus facetas, en la futbolística por supuesto, pero en la mediática sobremanera. El Rayo ganó con su fichaje, creció con su continuidad y se aseguró un protagonismo que con otro al frente no hubiera soñado. El que muchos aseguran que podría ser un gran seleccionador nacional, ha disfrutado en Vallecas y nos ha hecho disfrutar.

    Pero como todo genio, Jémez también tiene su parte de locura. El técnico del Rayo se ha especializado en hablar de todo (casi siempre bien). Si tocaba del Madrid, allí entraba, si era del Barcelona, también, si tocaba hablar de la UEFA, enfrentarse con Miku o zarandear al más pintado, Jémez nunca ha rehuido la pelea. Pero a su paso por Vallecas, el entrenador cordobés se ha ido metiendo en algunos jardines que poco a poco han ido creciendo hasta convertirse en auténticos bosques. Su frase del pasado miércoles "últimamente a lo mejor estamos demasiado alterados todos y eso también se nota" resume a la perfección la diferencia entre sus primeros jardines y los actuales.

    Con los fichajes de Miku y Toño, Jémez dejó entrever la doble dirección que vivía el club en los despachos y sobre el césped. El técnico dijo que no había pedido a Toño, que tenía bastante con los porteros que tenía, aunque estaba encantado con tener uno más, y que no había solicitado la incorporación de Miku (cuando en realidad lo que esperaba como agua de mayo era un central de garantías). Con la llegada de Zhang el clima fue diferente, llegando a producirse un enfrentamiento dialéctico con Miñambres que perjudicó la imagen del club.

    Lo de esta semana ha sido la culminación a esa 'crispación' general insinuada por el técnico. Primero saltándose una norma que parecía autoimpuesta de no hablar de las decisiones que tomara parte de la afición. Todos estamos de acuerdo en que Vallecas no es Vallecas sin animación, pero todos sabemos que Jémez no llegó a Vallecas porque estuviera Bukaneros, ni se mantuvo en el Rayo por ese motivo, ni se marchará de aquí porque hayan dejado de animar. ¿Una de las razones? Puede. Pero, sinceramente, no creo que sea la principal.

    Además, el técnico faltó al respeto a unos aficionados que haciendo uso de su libertad de expresión decidieron enfundarse la camiseta de un equipo de Oklahoma, de la misma manera que otros visten la del St. Pauli o la del Cádiz. Cada cual es libre de hacer lo que le dé la gana sin faltar a nadie y, hasta donde llego, no creo que esto sea motivo de insulto. Tontos hay en todas partes, eso seguro, pero en ocasiones sobran las valoraciones sobre las decisiones que toman los demás.

    Y para culminar una semana difícil para el 'jemezismo' y todo lo que supone, llegó Lass y se sumó a la fiesta. Es probable que el jugador se equivocara si dijo algo inapropiado, es seguro que se equivocó si hizo algo inapropiado, pero mucho más se equivocó Jémez con su reacción. Un profesional de alto nivel, como él, un hombre de su experiencia y de su profesionalidad, debería haber guardado las formas y las distancias. Los trapos sucios se lavan dentro del vestuario, esa es una máxima del fútbol que a veces algunos parecen olvidar. Jémez se equivocó sobre el campo y se volvió a equivocar en la sala de prensa. Decir que no había pasado nada (o "nada que te incumba a ti" como afirmó) es menospreciar el trabajo de unos informadores que no solo habían vivido, algunos muy de cerca, el altercado, sino que además conocen perfectamente el día a día del club. Decir que "lo de mala imagen lo dirás tú" tampoco pareció muy apropiado. Quizá un perdón, un poco de "he perdido los papeles" y un poco de templanza hubieran servido para que los pitos hacia su persona, que los hubo, se tornaran en aplausos de respeto. Porque todos tenemos derecho a equivocarnos, incluso alguien que casi siempre acierta, lo complicado en ocasiones es reconocerlo.

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