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El recuerdo imborrable de un momento único

Escrito por Jueves, 12 Diciembre 2013

    Opinión. "La historia está llena de momentos como aquel, pero que pasan desapercibidos, quizá porque la fe no es suficiente, quizá porque el acierto lo es menos". El Rayo - Granada de este sábado nos hace revivir sensaciones extremas.


    Opinión. El pasado más reciente nos devuelve escenas irrepetibles. La más espectacular, la de un Raúl Tamudo superado por las circunstancias, sobre el césped del Estadio de Vallecas, rodeado de los corazones de miles de vallecanos que se salieron literalmente del pecho para abrazar a aquel delantero que pasó a la historia del fútbol modesto, para instalarse en el recuerdo de los que lo vivimos en vivo y en directo, de los que lo hicieron a través de las radios y las televisiones o de los que, minutos después de aquello, tuvieron la oportunidad de leernos a nosotros y a otros tantos compañeros que, cada uno a su manera, condensó una milésima de segundo en una palabra única, y por aquel entonces 'maldita': "Gooooooooooooooooool".

    Enfrente de los Tamudo, Michu, Piti, Diego Costa, Tito, Cobeño y compañía estaba el Granada. El mismo equipo al que apenas unos meses después, Trashorras volvió a noquear con un soberbio lanzamiento de falta directa a la escuadra, casualmente también en el último suspiro del encuentro. Dos mazazos, dos golpes donde más duele, dos goles que, con significados muy distintos, se vivieron en Vallecas con la alegría que cada cual se merecía.

    Hoy quiero volver a recordar aquellos momentos de angustia, aquella agonía inagotable, aquellas caras de desesperación, los diálogos entre futbolistas hablando de goles, de salvación, del Atleti, del Villarreal, de un linier que prefirió dejar abajo un banderín que hubiera... bueno, mejor no pensarlo... del recorte de un Piti que el sábado estará en la acera de enfrente, de un remate al larguero y de un jugador que estaba donde debía estar en ese momento, ni un metro más atrás ni uno más adelante, en el sitio exacto para conseguir que nuestra desilusión y nuestras lágrimas de tristeza se transformaran en júbilo y lágrimas, pero de alegría, de inmensa alegría. La historia está llena de momentos como aquel que pasan desapercibidos, quizá porque la fe no es suficiente, quizá porque el acierto lo es menos, o quizá porque la fe y el acierto no dan para que, la suerte y la casualidad incluidas, el futuro te sonría.

    Me gusta oír y repetir aquello que un día escuché acertadamente a un amigo: "Aquel balón de Tamudo lo empujamos mi hijo Rafa y yo, y mi hermano Alberto, y mi mujer Clari y mis compañeros de grada y los compañeros de grada de mis compañeros de grada". Aquel balón lo empujó Vallecas entera, y todo Madrid. Aquel balón lo empujaste tú, lo empujamos todos.

    Todavía se me pone la piel de gallina cuando pienso en mi locura momentánea, no sé si duró mucho o poco, porque uno pierde la perspectiva y la noción del tiempo. Pensé, inocentemente, que quizá a través de las fotos que se supone estaba haciendo podría volver a recrear toda la secuencia del momento, ¡inocente! Cuando uno lleva en el corazón lo que lleva no hay manera de manejar las emociones (cada cual que se imagine las fotos de aquello).

    Vallecas es un lugar único por momentos como aquel. Lo diré hoy, mañana y pasado, de la misma manera que lo dije ayer y anteayer. Vallecas es un lugar mágico en momentos especiales, Vallecas enamora y, el Rayo, cuando lo vives, no te abandona en la vida. Es probable que jamás vuelva a experimentar algo como aquello, seguramente no, pero ya nadie podrá quitarme aquel recuerdo imborrable de un momento único. ¿Lo viviste? Seguro que sabes de lo que hablo.

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