Cuando el que más y el que menos hacía sus cábalas para decidir si el ascenso llegaría en Alcorcón ganando o incluso sin tener que llegar a jugar, si habría que esperar a derrotar a los amarillos o si el mejor momento era en casa ante el Lugo, llegó el Córdoba y, sin hacer ruido, hizo tambalear el tablero de las cuentas rayistas. Los vallecanos, que habían visto cómo sus más directos rivales no eran capaces de ganar (el Sporting perdió el sábado y el Huesca no pudo ganar al Alcorcón), se vieron ante una situación idílica que no supieron afrontar.

Enfrente se situó un Córdoba que hace meses estaba con los dos pies en Segunda División B y que, tras la llegada de Sandoval, no solo se ha recuperado para la causa de la salvación, sino que incluso se permite el lujo de tutear al líder en su casa hasta el punto de superarle dando un golpe sobre la mesa y poniendo a temblar a equipos que hace meses ya le habían descartado en casi todas las quinielas.

El partido de hoy, punto final a unas excepcionales Jornadas del Rayismo, era el momento ideal para romper la baraja y para poner al equipo a 'tiro de piedra' de Primera División. Mucho más cuando De Tomás volvía a hacer de las suyas para adelantar al Rayo y deprimir un poco más al Córdoba. Trejo era el jugador de calidad que todos sabemos que es, Unai repartía juego, Embarba era incisivo y De Tomás hábil, inteligente, certero y "sobrado" para tumbar a todos en el área y tocar sutilmente el balón para superar al portero rival.

Con el 1-0 a favor la situación estaba bajo control. El Rayo se sentía superior, dominaba en el marcador, conseguía su objetivo y, bajo ningún concepto, atisbaba lo que sucedería en la segunda mitad. Los de Míchel nadaban y guardaban la ropa, superaban como podían algún que otro susto (como una mano que tuvo que sacar abajo Alberto para salvar el empate) y además tenían capacidad arriba para provocar dudas entre la defensa rival. El partido parecía estar donde querían todos en Vallecas.

Tras el descanso, el Córdoba empezó a adelantar sus líneas, llegó más por bandas, provocando que el Rayo no tuviera tanta salida, y cerró las vías de conexión con Trejo. Todo esto unido a una alarmante falta de fluidez franjirroja, provocó lo que sucedería más adelante. El cuadro vallecano perdió el control del balón y empezó a sufrir. Además, el Córdoba empataría el choque obligando a los locales a dar otro paso al frente desajustando algo más sus líneas.

El Rayo no era ese equipo 'rumboso' y alegre que suele ser en Vallecas. Había perdido la frescura, se sentía incómodo y atascado y, finalmente, terminó pagando su falta de juego. El segundo de los cordobeses haría explotar la zona de la grada donde se situaba la hinchada visitante que, tras una temporada de mucho sufrimiento, se llevaba la mayor alegría de la temporada. Ganar al líder, en la casa del líder y jugando mejor que el líder es un premio tan merecido como inesperado.

El cuadro vallecano lo intentó a la heroica, colgando balones y buscando generar todo el ruido que no había sido capaz de hacer durante una segunda mitad en la que pareció perder las fuerzas y en la que se sumó al grupo de los equipos con aspiraciones que se dejaban puntos vitales en su lucha por lograr el ascenso. Sandoval terminó aguando las jornadas del rayismo y retrasó la fiesta vallecana.