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RAYO 0 - REUS 0. Crónica

El Rayo continúa alejándose de la salvación

Los de Míchel jugaron bien pero no tuvieron pegada ante un Reus que también tuvo oportunidades para haberse llevado los tres puntos

Escrito por Domingo, 05 Marzo 2017

    El Rayo Vallecano no despierta y, pese al cambio de intenciones con el balón en los pies, sigue sumido en una crisis de resultados que le mantiene en zona de peligro. El entorno sigue desquiciado, llevando al club a una situación de total descontrol.


    Ficha técnica:

    Rayo Vallecano (0): Gazzaniga (A), Quini, Amaya, Dorado, Nacho, Trashorras (A), Jordi Gómez (A) (Manucho, minuto 79), Embarba, Diego Aguirre (Lass minuto 69), Ebert (A) (Clavería, minuto 84) y Javi Guerra.

    Reus (0): Edgar Badía, Benito, Angel (A), Olmo, Folch, Atienza, Jorge Díaz (Querol, minuto 77), Máyor, López Garai, Miramón (Carbia, minuto 69) y Guzzo (Tebar, minuto 73).

    Arbitro: Sagués Ozcoz (Colegio vasco)


    En Vallecas es casi imposible hablar de fútbol obviando el entorno, lo extradeportivo, el esperpento y el bochorno. Ser rayista hoy en día está muy mal pagado deportivamente y no tiene precio a cualquier otro nivel. Lo que ocurre fuera del terreno de juego, en los alrededores del estadio, en la grada, pero sobre todo en el palco, se ve reflejado sobre el terreno de juego y así este Rayo Vallecano se ve abocado a un nuevo fracaso y a un descenso a Segunda B, que nadie hubiera pensado hace meses, pero que ahora, visto lo visto, parece el destino más probable para un club destrozado a nivel institucional.

    Lo que se ha vivido hoy en lo social ha sido un nuevo capítulo de una novela negra a lo vallecano, que sigue completando etapas, y en la que los protagonistas principales volvieron a mostrar sus cartas. Los de la grada fueron más ruidosos que nunca y los del palco menos inteligentes. Esta combinación trajo consigo un enfrentamiento 'móvil en mano' entre Luis Yáñez, director general del club, y un aficionado, además de un cordón de seguridad en torno al palco y un ambiente crispado y tenso que no tuvo bálsamo en la vertiente deportiva.

    Sobre el terreno de juego y por seguir quemando fases, Míchel se desesperó por momentos en la banda. Pidió a Gazzaniga que pusiera el balón en largo con mayor celeridad, pidió a Embarba que aprovechara su velocidad para buscar los 'uno contra uno' y pidió que su equipo jugara al fútbol con Trashorras como jefe de ceremonias. El gallego hoy estuvo acompañado por Jordi Gómez, que no es Baena. Ambos crearon fútbol para hacer que el equipo vallecano acumulara ocasiones suficientes como para derrotar al Reus, pero dejaron los huecos que hicieron mucho más peligroso al equipo catalán. El Reus, con su fútbol de toque y velocidad, basado en la precisión y en el gusto futbolístico, quiso dejar su impronta de buen equipo sobre el césped del Estadio de Vallecas, consiguiéndolo por momentos.

    La primera mitad brindaría minutos de buen juego por parte vallecana, con intensidad, presión, dominio de la situación y llegadas con peligro. Las cosas parecían funcionar, aunque como ocurriera ante el Getafe una semana atrás, las luces terminarían muy apagadas en las inmediaciones del área rival, donde Javi Guerra apenas gozó de oportunidades y donde Patrick Ebert, que hizo un buen partido, tampoco pudo encontrar las vías de penetración. Las bandas, con Embarba y Aguirre se estrellaron una y otra vez contra el muro defensivo de los catalanes, que parecieron sentirse a placer con el equipo 'bailando' de lado a lado al son de la música compuesta por Trashorras y compañía.

    El dominio de los vallecanos se traduciría en varias ocasiones de peligro culminadas con remates que tocaron o rozaron la madera y en intentos desviados que hicieron pensar a más de uno que la victoria hoy estaba mucho más cerca. Puro espejismo.

    La segunda mitad demostró que, con menos fuerzas, el Rayo vuelve a ser un equipo vulnerable y sin la rabia necesaria para acometer situaciones de alto riesgo como las que le está tocando vivir. Míchel se descomponía en la banda, viendo cómo pasaban los minutos sin que ocurriera nada o casi nada reseñable. Un gol anulado por fuera de juego y varias llegadas por banda sin remate final, condujeron el partido a la entrada de Manucho y a unos minutos de asedio sin consecuencias. Un remate peligrosísimo de los visitantes despejado con acierto por Gazzaniga y un par de lanzamientos de falta en el tramo final del partido llevaron la duda a una grada que animó a los suyos, aunque con un ojo puesto en el palco, donde Presa vivía el espectáculo con tranquilidad, suficiencia y aparente comodidad, mientras otros integrantes del palco sufrían para mantener la compostura.

    El Rayo sigue sin ganar, se mantiene en zona de peligro, mejora su imagen pero se desquicia por su falta de pegada. Entre tanto, la crispación general se adueña del entorno y fruto de ello el club muestra sus miserias de manera pública y notoria para acercarse al abismo de la Segunda B.

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