Llegó el momento de despedirnos del fútbol por una temporada y, por suerte, lo pudimos hacer en un Estadio de Vallecas repleto y, una vez más, enchufado para llevar a los suyos a la victoria.

Enfrente no estaba el Real Madrid, como hace apenas 72 horas, enfrente estaba un Celta necesitado de una alegría para abandonar zona de descenso y para creer que lo vivido hasta ahora había sido un mal sueño.

La primera parte, sin grandes alardes futbolísticos, fue una lucha cuerpo a cuerpo entre dos equipos con ganas de cerrar el primer capítulo de la temporada con una alegría.

Dimitrievski tuvo el trabajo justo para mantener su portería a cero -una gran parada, eso sí en el primer tramo de partido-, mientras en ataque sus compañeros intentaban poner en apuros a Marche. La tuvo Falcao, pero su remate de cabeza a placer se marchó desviado.

La primera mitad se cerró con un empate que contentaba más a los visitantes que a los locales, que centraron gran parte de sus energías en protestar al colegiado. Los gallegos perdían tiempo y los franjirrojos se desesperaban viendo que las cosas no salían a pedir de boca.

El Rayo buscó sin éxito la victoria en un partido en el que mereció más que el Celta

Tras el descanso el partido siguió por los mismos derroteros. El Rayo proponía, con más imprecisión que acierto, y el Celta se defendía y buscaba una contra que llevara el nerviosismo a los de Iraola.

El primer cuarto de hora no aportó nada futbolísticamente hablando a la tarde-noche vallecana, que se enfriaba tanto como poco a poco lo hacía la grada, que parecía contagiarse de lo incómodo que estaba resultando el partido para su equipo.

El duelo era plano, sin apenas ocasiones hasta que Paciencia, el delantero vigués, se encontró con un buen balón que terminó golpeando por encima de la portería de Dimitrievski. Iraola, desde la distancia cumpliendo su primer partido de sanción, acababa de agitar el tarro de las esencias en su banquillo y buscó con la entrada de Salvi y Camello por Isi y Falcao algún revulsivo que mejorara la situación.

El Celta de repente quiso tener el protagonismo que no había tenido hasta el momento y, con calidad, tomó el mando de las operaciones adueñándose del balón y generando el fútbol que le había faltado en la hora de partido disputado hasta entonces. El cansancio en los franjirrojos, que tuvieron dos días de recuperación menos también empezaba a hacer mella. Comesaña y Unai se iban para que se incorporasen Trejo y Pathé Ciss, dando oxígeno a la franja central.

En ataque el Rayo estaba espeso y tan solo Balliu por la derecha intentaba profundizar. Un disparo del lateral se marchó directamente fuera. El Rayo quería recuperar el control del juego. Por momentos apareció la magia del fútbol de Trejo, que volvía a enganchar a la grada. 

Lejeune pudo haber logrado el 1-0, pero el portero visitante, haciendo un escorzo ante el remate del central, lograba salvar su portería manteniendo el frío empate hasta el final porque el Rayo, quiso y no pudo, y el Celta ni quiso ni pudo. Nos vamos al Mundial con los deberes hechos.