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La afición del Rayo fue protagonista a lo largo de los noventa minutos

'El año que viene volvemos otra vez'

Los aficionados franjirrojos 'avisaron' de su regreso el año próximo

Escrito por Lunes, 02 Noviembre 2015

    Opinión. Da gusto pasear por las calles de una ciudad supuestamente rival y recibir el cariño y el aprecio de sus gentes, da gusto debatir de fútbol sin sentirse agredido y sin sentir estar agrediendo.

    Opinión. Hoy empezamos la 'crónica social' del Rayo Vallecano por el final, por una despedida con sabor a futuro, con un hasta pronto y con un deseo. 'El año que viene volvemos otra vez', cántico utilizado por los aficionados del Rayo que se desplazaron a Eibar para vivir una fiesta del fútbol que se quedó en fiesta para los locales y en poco fútbol para los vallecanos, es el resumen perfecto de un sentimiento y de una intención que se dan cita en dos aficiones marcadas por la austeridad y por el amor a unos colores, sin necesidad de estrellas ni millones de euros que engalanen sus respectivas plantillas.

    Eibar es una plaza bonita, un lugar agradable para un rayista, uno de esos sitios a los que irías una y mil veces para apoyar a tu equipo. Eibar es un lugar que la historia ha convertido en entrañable, un sitio al que muchos decidieron volver justo en el momento en el que más estaban sufriendo. Quizá no pensaron si sería en Primera o en Segunda, pero sí tuvieron claro que ya no volverían en Segunda B nunca más. Ipurúa, aquel lugar 'maldito' por unos minutos, se convirtió para siempre en un recuerdo imborrable, en un principio de todo y en una especie de Meca a la que peregrinar cada temporada que sea posible. La fortuna ha hecho que en 2015 la afición del Rayo haya disfrutado de las gentes de Eibar dos veces. Bueno, la fortuna y la desgracia del Elche, que permitió a los eibarreses volver a ser equipo de Primera, pese a haber perdido deportivamente ese privilegio. Sea como fuere, allí llegó la hinchada de Vallecas para hacerse notar... una vez más.

    'Este barrio nunca se rinde', un 'A las armas' también coreado por la afición local y algún que otro recuerdo a quienes consideran que no deberían seguir al frente de todo este 'tinglao', fueron algunos de los cánticos que Vallecas llevó hasta el fondo de un remozado Ipurúa, que pese a la modernidad sigue conservando ese regusto de fútbol de hace años, del fútbol añorado por unos y denostado por otros, del fútbol de toda la vida.

    Da gusto pasear por las calles de una ciudad supuestamente rival y recibir el cariño y el aprecio de sus gentes, da gusto debatir de fútbol sin sentirse agredido y sin sentir estar agrediendo, da gusto pasear sin presión, sin tensión, simplemente pasear y llevar a tu equipo por bandera sin estar provocando nada ni a nadie, sinceramente, da gusto. Esto es fruto del mérito compartido de dos aficiones que son el claro ejemplo de cómo debería ser SIEMPRE esto del fútbol. Lamentablemente, este mérito es un ejemplo que rompe una tónica marcada por los 'partidos de alto riesgo' que ensucian nuestro fútbol y avergüenzan a quienes realmente amamos simplemente el fútbol.

    Eibar y Vallecas, Vallecas y Eibar, volvieron a darse la mano y se citaron para verse de nuevo el año próximo, primero en Vallecas todavía esta temporada y después... con los equipos aún en Primera División, donde decida el calendario de la Liga, que esta vez nos permitió disfrutar de un partido para las aficiones en la mañana de un domingo. Gracias, Javier Tebas. El año que viene volvemos otra vez. Gracias Eibar y gracias, por supuesto, a los que recorrieron cientos de kilómetros para hacer más grande el fútbol. Gracias Vallecas.

     

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