El fondo del Estadio de Vallecas se convirtió, durante los veinticuatro minutos que duró la protesta por los horarios impuestos por la Liga de Fútbol Profesional, en el improvisado cementerio donde enterrar al fútbol que, según el criterio de Bukaneros, ha muerto. Epi y Blas se encargaron de dirigir 'las operaciones', que culminaron en el minuto veinticuatro con la habitual avalancha que puebla la grada y con cánticos en contra de la liga y de los horarios.