El Rayo Vallecano necesitaba ganar. Casi a cualquier precio. Y sólo el tiempo dirá si el espectáculo casi ridículo ofrecido en la segunda mitad ha sido un precio suficiente para lograr el objetivo de lograr la promoción de ascenso. Durante 45 minutos no supo sentenciar contra 9 y terminó sufriendo a balón parado.

Por primera vez en muchas semanas, el Rayo Vallecano salió con las ideas claras. Tenía que morder desde el primer minuto, ir a la presión arriba, demostrar que efectivamente quiere pelear por la promoción de ascenso. Balones colgados, recuperaciones muy arriba y ocasiones bastante claras en los primeros 10 minutos para el cuadro de Iraola.

Fútbol a uno o dos toques, velocidad y robo. Álvaro García disfrutaba de la verticalidad del equipo y por su banda izquierda llegaban las ocasiones. El extremo percutía una y otra vez haciendo a los vallecanos merecedor del 0-1 antes del cuarto de hora.

Pero el primer gol no iba a llegar por méritos futbolísticos sino arbitrales. Milla Alvéndiz se iba a convertir en el protagonista de los próximos 15 minutos. Primero siendo avisado desde el VAR por un codazo de Iribas a Álvaro García. Penalty polémico. Parece mentira que este sí se pitara y no el de Isi contra el Mallorca 15 jornadas atrás. Isi transformaría la pena máxima de tiro raso ajustado al palo izquierdo de Belman. Imparable. El Rayo sigue infalible desde los 11 metros.

Enrabietado por el penalti, el Fuenlabrada se fue arriba y comenzó a dominar. La tuvo Pathé Ciss pero su cabezazo se fue desviado. Y cuando más dominaban los locales, un plantillazo de Nteka a la espinilla de Óscar Valentín le iba a costar la roja. Nadie daba crédito a la actuación arbitral que iba a marcar la hora de juego que aún restaba por delante.

El Rayo quiso bajar entonces el ritmo del partido. Posesiones largas sin demasiada mordiente que el Fuenlabrada intentaba contrarrestar con balones en largo a sus rápidos delanteros. Ni unos ni otros inquietaban ni a Belman ni a Dimitrievski que hubieran dado buena parte de su fortuna por una buena sombra con la que estaba cayendo. Uno siempre echa en falta los tiempos cuando los porteros llevaban gorras.

La plácida calma con la que el partido se encaminaba al descanso se iba a romper en la prolongación. Advíncula desbordaba por banda derecha ganando la línea de fondo dentro del área y Glauder cometía penalti. Este sí lo pareció. Trejo iba a ser el encargado de chutar y hacer el 0-2. 6 de 6 penalties esta temporada y 3 puntos casi asegurados para seguir soñando con el ascenso. Y para rematar, una nueva expulsión en el Fuenlabrada. Tan incomprensible como ilógica. Pathé Ciss intentaba engañar a todos metiendo la mano para rematar ganándose a pulso la segunda amarilla. Dejaba a su equipo con 9 y un escenario plácido para los franjirrojos para los segundos 45 minutos.

José Luis Oltra intentó reestructurar a su equipo como pudo con un triple cambio al descanso retirando a cualquier jugador amonestado. El Rayo, mientras, seguía haciendo daño por una banda izquierda en la que si Álvaro García hubiera estado acertado habría disparado su estadística de asistencias. Pero el que perdona lo acaba pagando y en otro error infantil en defensa los azulones reducían distancias. Falta de entendimiento de Fran García y Dimitrievski y Kanté la mandaba a la jaula. Una manera de complicarse un partido totalmente controlado marca de la casa.

El 1-2 resucitó todos los fantasmas del equipo de Iraola. Daba igual jugar contra 9. El partido volvía a estar abierto. Los de Vallecas jugaban, dominaban y llegaban a portería. Álvaro García fallaba en el mano a mano y Advíncula se chocaba con Belman en un disparo lejano. El baile de cambios y el paso de los minutos no hacía más que incrementar la incertidumbre de los visitantes.

Jugadores, cuerpos técnicos, espectadores, comentaristas de televisión... Todos parecían tener claro que si el Rayo Vallecano tenía ocasiones, no iba a llegar el tercero; pero que si el Fuenlabrada tenía la suya, lograría el empate. Jugar andando y sin morder en la yugular a un rival herido podía pasar factura. Las áreas desaparecieron durante largos tramos de la segunda mitad. Lo primero sucedió: el Rayo desaprovechó sus oportunidades. Lo segundo, por fortuna para los futbolistas franjirrojos, no.

Y después de 105 minutos interminables de soporífero partido, Milla Alvéndiz ofreció a la hinchada franjirroja otro gran regalo, quizá el mejor de la tarde, con el final del encuentro. Después de 5 derrotas se ha cambiado la dinámica y se han logrado, por fin, 3 puntos vitales para reengancharse a la promoción. Pero las sensaciones y la ilusión siguen bajo mínimos.