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Opinión.

Con Míchel o sin él, lo que falta es un proyecto

El club quiere la salvación a toda costa con el único interés de mantener la partida económica televisiva

Escrito por Viernes, 08 Marzo 2019

    El entrenador vallecano afronta una semana de rumores de cese antes de jugar contra el Barça como ya sucediera en noviembre.

    ¿No aspiramos a nada más? Esa es la pregunta que siempre me pasa por la cabeza cuando veo al Rayo Vallecano y lo comparo con otros clubes modestos de primera, segunda y hasta segunda B.

    Las brillantes luces de la primera división y los jugosos contratos televisivos hacen que el club quiera mantener la categoría a toda costa. Por segunda vez en apenas medio año, Míchel, el 8 de Vallecas, el actual técnico del primer equipo que lleva toda su vida ligado al Rayo, está cuestionado y en la cuerda floja. 

    En noviembre ya se habló de ultimátum y en este mes de marzo se ha hablado de acuerdo firmado con otro entrenador. Dos informaciones que provocaron un enorme revuelo y que después se han negado desde la directiva de Raúl Martín Presa. Para los no versados en la información, a eso en periodismo le llamamos lanzar un globo-sonda para pulsar la posible respuesta a una medida.

    Después de Barcelona o de Villarreal o del último partido en Vigo pasará lo que tenga que pasar. Tal vez salvemos la categoria o tal vez no. Pero lo que será evidente un año más es que el equipo vallecano no tendrá un proyecto institucional, deportivo o de club mientras Raúl Martín Presa siga al frente del Rayo. Con Míchel o sin él.

    Decía, al principio, que observo con cierta envidia a otros clubes. Tienen completos departamentos de marketing, de comunicación, de redes sociales, de merchandising, de scouting, financieros, legales... Una estructura que por Payaso Fofó ni existe ni se la espera. Crear un proyecto de futuro es saber rodearse de los mejores en cada campo y delegar la toma de decisiones de un proyecto conjunto en el que la afición también juega un papel fundamental. Por Vallecas todas las decisiones pasan por un único responsable que hace oídos sordos a casi cualquier propuesta del rayismo.

    Quizá el objetivo de este año fuera crecer desde lo deportivo con fichajes de jugadores jóvenes y con contratos largos para garantizar su proyección. Lo veo bien. Pero la apuesta no puede depender de los resultados a corto plazo que se obtengan en el césped. Y el entrenador no puede estar cuestionado cada tres meses. Así no se puede crecer.

    No quiero que esto suene a libelo pro-Míchel. Me da igual que la persona que ocupe el banquillo se llame Luis Cembranos, Ángel Dongil o Irene Ferreras. Pero sería bonito un modelo a lo Wenger en el Arsenal ganando o perdiendo. A Míchel yo le puedo reprochar que no dejara a Dorado despedirse sobre el césped o la poca importancia de la cantera en sus más de dos años como técnico del primer equipo. Akieme no juega, Sergio Moreno a veces va convocado y Carrasco ni eso.

    Pero ni eso, ni un descenso, ni una temporada desastrosa (estamos a 2 puntos de salvarnos, que no se nos olvide) es óbice para las faltas de respeto que un símbolo del Rayo está recibiendo en los últimos meses desde una parte de la afición y de la directiva.

    Hace falta un proyecto: deportivo, social, institucional, de cantera... Con o sin Míchel. Todo lo demás, sobra.

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