Opinión. Carmen agradece el detalle, Carmen se emociona con el apoyo prestado. Carmen, esa mujer vallecana a la que un sistema tan ineficiente como insolidario dejó en la calle, Carmen, una víctima más de una sociedad que crea héroes y villanos y se olvida rápidamente de los que sufren. Carmen, a sus 85 años, lamentablemente, y muy a su pesar, es famosa.

Una sociedad en la que las 'tarjetas black', los casos 'Púnica', 'Gürtel', 'Bárcenas' y un largo etcétera, copan nuestras vidas, la misma en la que este o aquel viaja gratis a costa de los demás, esa sociedad se permite el lujo de dejar en la calle a miles de familias sin ofrecerles alternativas. El caso de Carmen, con su espectacularidad y difusión a nivel nacional e internacional, no es más que una gota en el océano del sufrimiento y la penuria que tantas familias españolas están viviendo.

El Rayo Vallecano como institución y la gente del Rayo Vallecano de manera individual y grupal, dan un paso al frente en este caso, algo espectacular, por la cobertura que ha recibido, e indignante, por la necesidad de un acto tal. Que una empresa privada y sus trabajadores se adelanten a las instituciones, que una sociedad (o los que la dirigen) no sea capaz de articular los medios y las soluciones para situaciones tan evidentes como esta, dice muy poco en favor nuestro. Ya no es cuestión, que también, de si los de rojo arremeten contra los de azul por su 'parsimonia', o si los otros dicen que dijeron pero no hicieron porque no pudieron. El problema es mucho más grave y no se está atajando en su origen, en la raíz, en el momento que debería. Se actúa únicamente cuando casos como el de Carmen se hacen tan mediáticos que bloquean los teléfonos de más de uno. El Rayo ha permitido que Carmen no se convirtiera en otra noticia de cinco minutos, algo de agradecer y una razón más por la que sentirse orgulloso. Muchos deberían tomar nota.

Vallecas volvió a ponerse al frente de la lucha más solidaria, con las pancartas de Bukaneros o la Peña Rayista Bus Uno, entre otros. Vallecas volvió a aplaudir un nuevo gesto de esos que únicamente se producen donde la gente habla el idioma de la calle, el de la cercanía, el del 'hombro con hombro'. Así se construye un barrio, un pueblo, una provincia y un país, así se construye el mundo (o debería). Carmen y el Rayo nos hacen reflexionar durante algo más de cinco minutos, el tiempo justo que nos llevará al próximo escándalo devolviéndonos a otra realidad, a la vergüenza nacional.