Opinión. Por primera vez en la historia de la liga, un partido de fútbol ha sido suspendido por presuntos motivos de lucha contra "el racismo, la violencia y la xenofobia". Anoche centenares de personas recordaban algunos de los episodios más vergonzantes de las gradas españolas. A mí, el agravio comparativo no me interesa lo más mínimo. Lo que de verdad me interesa es por qué la afición del Rayo Vallecano pasará a la historia.

Sobra decir que tal y como está planteado el fútbol moderno, el rayismo en su representación general de defensa de valores y principios de clase obrera molesta a una maquinaria creada con el único fin de amasar dinero. En los últimos años la liga ha intentado disimularlo promoviendo una disparatada lucha contra el racismo, la xenofobia y la violencia capaz de sancionar a un club por una pancarta que denunciaba el racismo. ¿Adivináis qué afición fue?

Uno de las pocas aficiones del fútbol español (por no decir la única de la élite) que organiza año tras año unas jornadas contra el racismo, ayer era tildada de racista en todos los medios de comunicación generalistas... Sin sonrojarse y al dictado de la Liga intentaban hacer creer a sus oyentes que en el fútbol moderno todo vale y hasta que detrás de todo esto está la propaganda rusa. Pura intoxicación.

A ninguno de estos medios le ha interesado nunca la simbología nazi de la que presume Zozulya en muchas de sus fotos ni los presuntos vínculos paramilitares del futbolista con guerrillas que han masacrado a la población civil del Donbass. Y si lo han mencionado, lo han hecho de pasada y hablando de patriotismo (relativizando así crímenes de guerra). La gran mentira que repetirá una y otra vez el fútbol moderno es que no hay que mezclar fútbol y política.

Por eso estoy orgulloso de una afición del Rayo que lucha por sobrevivir y no ser eliminada (o ilegalizada como sugirió ayer el máximo accionista del club) por el fútbol moderno, el dinero y ese afán de blanquear al fascismo. Un afán que también busca criminalizar al grupo Bukaneros cuando ayer los cánticos e insultos sonaban en todas las gradas de Vallecas.

Al rayismo le da igual cualquier sanción económica, administrativa o deportiva después de dejar claro ante todo el mundo que en Vallecas un jugador así nunca es bienvenido y que, en mi opinión, no debería de tener cabida ya no en el fútbol español sino en una sociedad civilizada. Los rayistas que ayer gritaron "put* nazi" (salvo el "put*" yo no veo insulto por ningún lado) pasarán a la historia como los primeros que provocaron la suspensión de un partido por defender sus principios contra la violencia, el racismo y la xenofobia.

Lo que pase en el resto de estadios a mí me da igual. Vallecas nunca fue fiera para domar.