Tengo que reconocer que el pasado martes cuando llegué a casa después de ver el partido en Butarque estaba un poco desesperado. El Rayo Vallecano había dejado escapar una diferencia de dos goles a favor en otra segunda parte para olvidar de los de Míchel.

El Leganés apretó de lo lindo cuando vió la eliminatoria casi perdida. Entraba dentro de lo lógico. Lo preocupante para mí fue la falta de hambre que percibí en la segunda mitad sin que nadie fuera capaz de cazar una contra con un rival volcado en tu área.

Quise revisar el partido en casa para encontrar un pequeño rayo de esperanza y no tuve que esperar demasiado para encontrar lo que estaba buscando.

Son esos minutos brillantes del Rayo Vallecano que tienen convencido a Míchel de que esto se puede sacar adelante. La primera media hora contra el Alavés, la primera parte frente al Athletic Club, los 19 segundos en Butarque...

Corría el minuto 19 del Leganés - Rayo Vallecano de 1/16 de final de Copa del Rey cuando Dorado recuperaba un balón en defensa. El central juega en largo para Alex Alegría que la baja al primer toque hacia Álvaro García. Controla y al segundo toque retrasa para Pozo que con la zurda se la pasa a Trejo y este de primeras a Álvaro García. En la carrera contacta hasta tres veces con el balón hasta que con el cuarto toque con el exterior de la zurda encuentra a Trejo entre líneas. El argentino controla de espaldas y se orienta la pelota a su pierna izquierda para realizar la pared con el segundo toque. Álvaro García ya ha ganado la posición al defensa, hace el pase de la muerte al primer toque y Álex Alegría la empuja con la derecha.

19 segundos. 14 toques. 6 futbolistas. La pelota no sale del costado izquierdo salvo para besar las mallas. 0-2. Ahí estaba el Rayo que quiere Míchel. Ahí está la esperanza del rayismo. Que nadie nos quite la ilusión.