Opinión. La memoria en el fútbol es muy frágil. Y sobre todo si hay casi 50 millones de euros en juego. Pero eso a la grada de Vallecas no le importa lo más mínimo. Tras sufrir una nueva derrota como local (1 punto de 12 posibles) el rayismo lo tuvo claro: Míchel debe continuar.

Durante el Rayo - Getafe hubo cánticos en favor del entrenador vallecano, un auténtico símbolo viviente dentro del club al que las cosas no le están saliendo en su debut en primera división. Pero lejos de escucharse silbidos o verse pañoladas, la hinchada rayista despidió a su técnico con un cántico a medida: "Nos sacó de Segunda, del Rayo hasta la tumba, Míchel contigo siempre".

Se cantó con 0-0, igual que el "Míchel quédate", y se cantó con 1-2, igual que el "Míchel quédate", por si algún suspicaz cree que en la grada de Vallecas la cosa va de resultados. El entrenador no pudo contener las lágrimas y las imágenes están dando la vuelta al mundo. Periodistas, deportistas de élite y aficionados de clubes rivales han aplaudido el valor de la lealtad en estos malos momentos (igual que sucedió con la espontánea ovación a Akieme tras su autogol). Lo que pasó en el minuto 8 era necesario. Lo que pasó más allá del 90, era imprescindible.

Después pasará lo que tenga que pasar. Ya sabemos que la conexión entre el palco y la afición es inexistente y basta que se pida una cosa para que, curiosamente, suceda la contraria. Es lo malo de los que pensamos que los equipos de fútbol son sentimientos y no empresas que solo se rigen por las cuentas de resultados.

Por suerte no soy el único. Ayer las frases que más repetían la gran mayoría de rayistas en las redes sociales eran "A muerte con Míchel" y "Si tenemos que bajar a segunda, que sea con él". Se ha ganado el derecho a terminar la temporada y demostrar si su proyecto sirve para permanecer un año más en la élite.

Puedes no estar de acuerdo en sus planteamientos o en sus cambios. Si de mí dependiera, retrasaría a Ímbula como stopper y adelantaría a Comesaña y Pozo. Pero yo no soy el entrenador del Rayo Vallecano. Lo es Míchel que lleva vistiendo la franja desde hace más de 25 años y que en 15 meses evitó que descendiéramos a segunda B y nos hizo campeones de Segunda por primera vez en nuestros 94 años de historia.

Míchel vive por y para la franja. Está obsesionado con su trabajo y tarde o temprano va a dar con la tecla. Tarde lo que tarde, la afición del Rayo lo tiene claro: Si hay que bajar a Segunda, bajamos con Míchel.