Llegaba la segunda oportunidad para mostrar credenciales europeas en Vallecas. La primera salió horrible con la goleada en Elche y , después de derrotar al Barcelona, el Estadio de Vallecas debía ser el trampolín que necesitaban los de Iraola para decirle a los suyos que lo del Martínez Valero no fue más que un desgraciado accidente en un viaje repleto de vivencias espectaculares.

El técnico franjirrojo recuperó a Trejo y RDT para el once inicial y volvía a confiar en Mumin para ocupar el hueco dejado por la expulsión de Lejeune. El resto, otra vez el once cantado con los de siempre en defensa, con Comesaña en sala de máquinas y con los veloces extremos para surtir balones a De Tomás.

De inicio sorprendió que el Valladolid transitara con excesiva facilidad por el centro del campo y que el Rayo fuera incapaz de recuperar balones con su habitual suficiencia. El primer aviso llegó en una falta al borde del área lanzada por Monchu que obligó a Dimitrievski a despejar de puños. El Valladolid arrancaba el partido diciéndole al Rayo que si en algún momento pensó que el partido iba a ser sencillo, la realidad iba a ser muy diferente. Al menos los primeros compases así lo fueron, difíciles y espesos, y con los pucelanos enfriando el caluroso ambiente 'preveraniego' de la noche vallecana.

A los diez minutos, y a la salida de un córner, llegaba el segundo aviso. Escudero remataba junto al palo con Dimitrievski empujando el balón con la mirada, anticipando la que sería la primera ocasión para un Rayo que probó fortuna con un lanzamiento lejano de Isi despejado por Masip y rematado de segundas por Alvaro en su llegada en segunda oleada. Le costó al Rayo comparecer en un partido en el que sorprendentemente no presionaba alto y dejaba pasar los minutos con paciencia esperando no sufrir demasiado y confiando en que llegase su momento en un choque en el que los franjirrojos corrían como pollo sin cabeza cuando no tenían balón. El criterio no estaba nada claro.

En el desorden general del juego rayista aparecieron de la nada Alvaro García primero y Mumin después para empezar a variar el rumbo del encuentro en dos jugadas de ataque consecutivas. Poco a poco el partido entraba dentro de la lógica que debía marcar el orgullo de un equipo con galones que ante los suyos debía imponerse a un rival que llegaba con el agua al cuello. Pero no fue más que un espejismo, el partido era pobre, triste, lento y sin mucho que contar, más allá de los controles imposibles de Isi, que volvió a regalar otra foto maravillosa en un balón llovido que se quedó con su habitual habilidad. Así estaba el partido.

Los porteros, salvo en los primeros acercamientos, fueron convidados de piedra de un duelo que poco a poco se diluía en su primera mitad, pero no sólo ellos, porque el Rayo apenas pudo disfrutar de Trejo, Alvaro, Isi o RDT. Había mucho que cambiar tras el descanso si se quería sumar de tres. De momento, un punto para cada uno que, visto lo visto, era lo más justo. Infumable primera parte en Vallecas. Cuando se habla de intensidad y no de fútbol, todo queda dicho.

La segunda parte nos iba a dejar la primera gran alegría de este tramo de competición. Tras un espectacular centro de Alvaro García llegaba por fin el primer gol de RDT con la camiseta del Rayo en esta nueva etapa. El inapelable remate de cabeza lejos del alcance de Masip llevaba el partido a una dimensión diferente. Tocaba ver cómo sentaba el gol a los dos equipos en un partido tan raro. El Valladolid debía dar un paso al frente, aunque lo hizo con demasiadas imprecisiones, y el Rayo tenía que aprovechar los espacios que iban a aparecer para finiquitar el duelo.

Para evitar que el equipo se viniera abajo, Iraola sentó a Trejo y RDT para refrescar piernas con la incorporación de Camello y Unai López. El centro del campo ganaba en pulmón, mientras que la punta de ataque encontraba el dinamismo que necesitaba el partido a esas alturas. El Valladolid seguía intentando sobrevivir sin volverse loco y pidió penalti en una caída de Monchu dentro del área que no pasó a mayores. Mumin lo hizo bien, meritoria acción después de dos jugadas anteriores en las que había estado errático en el despeje.

Quedaban quince minutos y todo parecía estar bajo control, aunque lo corto del resultado siempre genera el desasosiego lógico en cada acción defensiva. Pero el Rayo estaba sereno, parecía saber qué demandaba el partido para acercar los pirineos a Vallecas. Y lo hizo en un balón que se encontró Alvaro, progresó para meterse en el área y ceder para que Camello lograse el 2-0. Quedaban 10 minutos y el Rayo ya sumaba 46 en su lucha por convertirse en el mejor Rayo de la historia, aunque el Valladolid iba a ponerle algo de pimienta al final del encuentro al aprovechar un saque de esquina para hacer el 2-1. Marcó de cabeza Sergio León para que los minutos finales tuvieran la emoción que no apareció durante todo el partido.

Después de los goles el Rayo enfrió los minutos finales poniendo punto final a una historia que les deja con un buen sabor de boca tras su mejor imagen de la segunda parte y esa victoria que le acerca al superobjetivo de la temporada: EUROPA.