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RAYO 1 - ZARAGOZA 2. Crónica

El Rayo se pega un tiro en el pie

Los franjirrojos despiden el año con una nueva derrota y con el ambiente muy enrarecido en Vallecas

Escrito por Domingo, 18 Diciembre 2016

    El Rayo Vallecano volvió a perder de local (1-2) en un partido que quedó marcado por la pifia de su portero, el argentino Gazzaniga, a falta de un cuarto de hora para el final. Dos penaltis en los minutos finales redondearon un marcador muy negativo para los vallecanos.

     

    Ficha técnica:

    Rayo Vallecano (1): Gazzaniga, Alex Moreno, Dorado, Zé Castro, Quini, Trashorras, Fran Beltrán, Embarba (Manucho, minuto 78), Diego Aguirre, Miku (Piti, minuto 73) y Javi Guerra.

    Real Zaragoza (2): Irureta, Cabrera, Dongou (Lanzarote, minuto 73), Cani, Angel, Ros (Morán, minuto 63), Marcelo Silva, Carcelen (Bagnack, minuto 68), Jose Enrique, Zapater y Martínez

    Arbitro: Arias López (Colegio cántabro)

    Goles: 0-1. Minuto 78. Alex Moreno, en propia puerta. 0-2. Minuto 83. Angel, de penalti; 1-2. Minuto 89. Javi Guerra, de penalti.


    No hay manera. Este Rayo no carbura y desespera por partes iguales. Ni con cambio de sistema, ni con permuta de jugadores, ni con aire fresco, ni con entrenador nuevo... este Rayo sigue ofreciendo más dudas que certezas y las que aporta son más negativas que positivas. El de hoy, último partido de un año desastroso que arrancó con el equipo en Primera y lo finaliza con los ojos puestos en evitar el descenso a Segunda B, fue más de lo mismo, aunque incluso un poco más pronunciado. El planteamiento defensivo de Baraja se topó con un calco en la idea de su oponente y con tanto bloque defensivo, tanto mantener el orden, tanto baile a izquierda, derecha y viceversa, el choque solo podía romperse de dos maneras, una genialidad o una 'torpeza' y, tratándose del Rayo, las genialidades parecen muy alejadas de Vallecas.

    Ante el Zaragoza, el técnico vallecano dotó al equipo de una personalidad ultradefensiva que evitase que su rival maniobrara con libertad. El equipo vallecano no presionó arriba como en otras ocasiones y se limitó a mantener las líneas juntas en su propio terreno de juego, invitando a los maños a manejar el balón y a buscar los inexistentes huecos entre la zona de delanteros, la de medios y la defensiva de un Rayo desconocido en esta versión, pero repetitivo en la contraria. La ofensiva, la de creación y desarrollo de su fútbol siguió siendo tan inexistente como hasta el momento. Este Rayo no se diferencia en nada del anterior de Sandoval. Su fútbol, plano, previsible y poco profundo, solo encuentra algo de vistosidad cuando se vuelca a las bandas, que es la única alternativa visible. Para mejorar en la idea principal del juego vallecano, la presencia de Diego Aguirre y Alex Moreno en la banda izquierda (con los papeles intercambiados sobre el guión supuestamente inicial), insufló algo de frescura y de intensidad a un juego en el que tan solo destacaba el coraje de Fran Beltrán en el centro, los tímidos destellos de Embarba y Quini por la banda derecha y el buen partido del dúo de la izquierda. El resto, más de lo mismo.

    Con el Zaragoza replegado también en terreno propio desde el primer minuto, el partido se encaminó al desarrollo que todos podían prever. El Rayo lo buscaba por los costados, mientras el Zaragoza lo hacía por el centro, principalmente con Angel, que estuvo muy activo en la primera mitad. Así, el partido iba consumiendo etapas a la espera del habitual cansancio de piernas que permitiera alguna que otra alegría ofensiva. La primera mitad finalizó sin sobresaltos, con dos equipos que se respetaban y que empleaban todas sus fuerzas en mantenerse firmes a la espera de que el rival le brindase la oportunidad de inquietar a los dos porteros, que vivían plácidamente en sus áreas viendo cómo ni unos ni otros eran capaces de desnivelar un partido que ya empieza a ser habitual en Vallecas, con el fútbol totalmente desaparecido. Un gol anulado por fuera de juego, muy protestado por los maños, sería la mejor ocasión de un primer tiempo que no deparó ninguna sorpresa adicional.

    La segunda mitad arrancó con el Zaragoza más encerrado en su propio campo y con el Rayo dando un paso al frente. Javi Guerra tuvo una gran ocasión cuando, tras superar a defensa y portero, se quedó algo escorado, no encontrando el camino del gol. Parecía que el conjunto franjirrojo había encontrado la manera de llevar el choque a donde más le gustaba y Trashorras, que sigue sin ser el mejor Trashorras, empezó a aparecer algo más en zona de ataque. Todo hacía indicar que el Rayo podría despedir el año con una alegría para una parroquia que se inquietaba con cada balón retrasado y que terminó explotando cuando el equipo 'se pegó un tiro en el pie'. En la acción de ataque más inocente de los zaragocistas, un balón franco para Gazzaniga se convirtió en la jugada desgraciada de un partido que quedaría marcado por esta acción. El portero no acertó a despejar y el balón se coló mansamente en la portería vallecana, ante el estupor y la incredulidad de la grada.

    Para profundizar la desgracia, un más que dudoso penalti supuestamente cometido por Quini, permitiría al Real Zaragoza aumentar su ventaja en el minuto 83, desesperando de manera definitiva a una afición que ya sí expresó su enfado, no solo con el presidente (al que de nuevo pidió que se marche) sino también con una plantilla a la que se exigió mayor implicación y sacrificio, con el dialecto propio del mundo del fútbol. La última acción del partido, que finalizó con penalti y expulsión de Marcelo Silva, sirvió para maquillar un resultado que deja al Rayo muy tocado y que permite al Zaragoza tomar aire en su búsqueda de una posición más desahogada. Así de feo finaliza el 2016 en Vallecas.

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