Los brotes verdes del Rayo se secaron en el Ciutat de Valencia. El conjunto dirigido por Rubén Baraja, que no disputó ni mucho menos su peor partido de la temporada, fue incapaz de superar el bloqueo de un Levante que aprovechó una de sus escasas oportunidades para llevar el partido a su terreno y ganar el duelo sin aparente dificultad.

El técnico franjirrojo quiso dar protagonismo a las bandas, compactó al equipo en torno a Trashorras, le dotó de estanqueidad y simetría y buscó una versión diferente a la habitual para sorprender a los de Muñiz. Las recuperaciones de balón se convirtieron rápidamente en latigazos de explosividad con Alex Moreno, pero sobre todo con Adri Embarba, en busca de los desajustes de un Levante serio, tranquilo y bien plantado. Los levantinistas sabían que el partido se decantaría con una acción acertada y que el resto del guión ya estaba escrito.

El arranque del choque mostraría la igualdad de dos conjuntos que viven realidades totalmente opuestas, pero que sobre el terreno de juego acortaron las distancias para mostrarnos la cara del respeto al rival. Bien colocados, intentando recuperar balones para salir a la contra y empleando a sus extremos como arma arrojadiza, unos y otros consumieron los primeros compases del choque mirándose a los ojos y esperando dar un paso al frente. A los catorce minutos serían los franjirrojos quienes, con un balón filtrado por Miku sobre Embarba, darían el primer aviso. El toque del habilidoso extremo para la llegada de Javi Guerra habilitó al delantero para rematar sobre la portería abandonada por el meta Raúl, que vio cómo Chema salvaba sobre la línea de gol la primera gran ocasión para los rayistas.

Con el susto en el cuerpo, el Levante decidió que había llegado el momento de darle un aire diferente al choque y lo consiguió en su primer acercamiento con peligro sobre la portería de Gazzaniga (minuto 23). Un pase desde la derecha y la llegada por el centro de Campaña para rematar a placer, dieron el vuelco definitivo a un partido que iría poco a poco decantándose hacia la sobriedad y el bloqueo que impusieron los granotas. El Rayo acusó el gol y empezó a sufrir para salir desde la zona defensiva, perdiendo buena parte de su puesta en escena. Rat era un 'coladero' por la banda izquierda, Trashorras no encontraba el camino, los extremos desaparecieron por completo y los delanteros, Miku y Javi Guerra, se vieron aislados y desasistidos. Si a esto le sumamos que Baena corría para achicar agua sin la ayuda de nadie más y que los centrales eran los que debían iniciar las jugadas de ataque del equipo, el resultado no podía ser otro que el desorden que vivimos durante el resto de la primera mitad, que finalizó con un acercamiento de Rat por la izquierda y un remate de Javi Guerra desviado.

Para el segundo tiempo el ex-rayista Muñiz decidió que el partido debía jugarse más en su campo que en el del Rayo, o más bien que el partido no debía jugarse en ningún sitio. Para conseguirlo metió atrás a todo el equipo, colocó dos líneas de bloqueo muy bien definidas, asfixió a Trashorras, evitó las llegadas por banda y maniató a los delanteros. Su planteamiento terminó por desesperar a los rayistas, que consumieron gran parte de la segunda mitad mirándose unos a otros en busca de la solución a sus problemas. La salida de Rat por decisión técnica situó a Alex Moreno como lateral, dejando a Diego Aguirre, uno de los destacados en la victoria ante el Nástic, como alternativa por la banda izquierda. Con Embarba totalmente apagado en el costado derecho, el juego franjirrojo empezaría a volcarse hacia la zona del toledano, pero hubo poco que rascar. La incorporación de Fran Beltrán y Manucho tampoco aportó lo que Baraja esperaba para la recta final del choque.

Lerma, que se incorporó en la segunda mitad en lugar de Natxo Insa, remató un córner a las manos de Gazzaniga en el único acercamiento de los locales en la segunda mitad (minuto 71). La posesión era del Rayo, pero la falta de ideas también. Sin espacios, sin opciones y sin punta de velocidad, el fútbol de Trashorras se oscurece y el Levante aprovechó esta circunstancia para hacerse enorme ante las tímidas acometidas de los vallecanos, que terminaron el partido con un remate de Miku a las manos de Raúl en el minuto 93. Una tangana iniciada cuando Diego Aguirre decidió no devolver el balón a los locales al considerar que estaban perdiendo tiempo, pondría el punto final a un duelo muy estratégico que deja al Levante mucho más líder y al Rayo bastante más lejos de su objetivo.