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NÁSTIC 0 - RAYO 1

¡Por fin!

Los franjirrojos consiguieron su primera victoria a domicilio en un partido que fue de menos a más

Escrito por Sábado, 10 Diciembre 2016

    El Rayo Vallecano derrotó al Nástic (0-1) gracias a un gol anotado por Javi Guerra a falta de dos minutos para la conclusión y después de un partido en el que los vallecanos, sin jugar bien, fueron de menos a más, mejorando su imagen y logrando una importantísima victoria.

     

    Ficha técnica:

    Nástic de Tarragona (0): Dimitrievski, Mossa (A), Xavi Molina, Daisuke Suzuki, Djetei (Valentín, minuto 80), Madinda, Juan Muñiz (José Carlos, minuto 67), Gbayara, Ikechukwu Uche, Tejera (A) y Alex López (Delgado, minuto 59).

    Rayo Vallecano (1): Gazzaniga, Rat, Zé Castro, Dorado, Quini (A), Baena (A) (Fran Beltrán, minuto 77), Trashorras, Ebert (A) (Manucho minuto 71), Diego Aguirre, Miku (Embarba, minuto 68) (A) y Javi Guerra.

    Arbitro: González Fuertes (Colegio asturiano).

    Goles: 0-1. Minuto 88. Javi Guerra.


    El Rayo logró, 'in extremis' y en un partido que mejoró en  la segunda mitad, sumar su segunda victoria consecutiva y la primera lejos del Estadio de Vallecas. Los de Baraja sufrieron más de la cuenta en la primera mitad, principalmente por su poca actividad colectiva, pero mejoraron en la segunda parte para, sin perder la fe, conseguir una victoria muy importante que les saca de zona de peligro y les coloca en buena disposición para encarar el choque del Ciutat de Valencia ante el Levante.

    Rubén Baraja introdujo novedades en su equipo inicial en busca de la solución a los problemas que tuvo el conjunto vallecano ante el Alcorcón. Manteniendo la línea defensiva y la zona de ataque, introdujo variantes en el centro del campo, con la entrada de Baena, y en la banda izquierda, con Diego Aguirre como estilete ofensivo por el costado zurdo. El resto del equipo mantuvo la fisonomía habitual, con Trashorras como director de juego, con Dorado y Zé manteniendo posiciones defensivas en el centro de la zaga y con Miku y Javi Guerra en busca de los goles que permitieran al cuadro vallecano sumar su primera victoria como visitante.

    Los primeros compases del choque nos ofrecieron a un Rayo mucho más pendiente de mantener sus posiciones y no desordenarse, que de generar el fútbol necesario para doblegar al colista, un equipo al que ya conocían del duelo copero en el que los catalanes apearon a los franjirrojos de la competición del 'KO'. El Nástic consumió los primeros diez minutos mareando el balón, moviendo de lado a lado sin profundidad y provocando que el duelo se limitase a la franja central del terreno de juego, donde ni unos ni otros imponían su ley. Uche se atrevió, tras acción individual, con un disparo a los doce de juego, mientras el Rayo buscaba con insistencia a un Diego Aguirre al que le costaba superar al japonés Suzuki, convertido hoy en improvisado lateral derecho.

    Con Trashorras retornando a sus orígenes y recorriendo grandes distancias para iniciar el juego desde atrás, el Rayo quiso recuperar un fútbol totalmente abandonado en lo que va de temporada, aunque la tímida presión de los tarraconenses les devolvía de nuevo a la opción más sencilla y supuestamente más adaptada a la segunda división: los balones largos para la 'pelea aérea'. Dos golpeos consecutivos de Tejera obligaron a Gazzaniga a pedir más intensidad defensiva a sus compañeros, que sufrieron por momentos las acometidas de Uche y que se agobiaron con los envíos a la espalda de Aguirre y Rat en la banda izquierda.

    A los veinte minutos y cuando el conjunto catalán parecía estirarse, una buena acción de contragolpe culminada con un claro penalti sobre Ebert no señalado por el colegiado asturiano González Fuertes sería el primer aviso de los vallecanos, que estaban tan cómodos como incómodos en según qué zonas del terreno de juego. El Rayo no dominaba el balón, no tenía controlado el partido y gastaba demasiadas energías en no perder el sitio para evitar que el rival generara peligro.

    El partido era malo, con el Nástic intentando crear un fútbol que no tenía y con el Rayo evitando que el colista jugara un fútbol que no era capaz de jugar. Entre tanto, unas manos de Zé Castro dentro del área, no señaladas como penalti por el colegiado, terminaron de encender a un Nástic que centró sus iras en el director de un desconcierto que no parecía tener solución a corto plazo. Los locales al menos quisieron pisar área contraria, aunque cuando lo hicieron no tuvieron el acierto necesario para inquietar a un Gazzaniga que seguía insistiendo en mandar a los suyos arriba para pelear los balones aéreos que nunca ganaban.

    La primera mitad finalizaba sin noticias del Rayo en ataque, más allá de una acción individual de Guerra que no pudo rematar en condiciones; y lo hacía sin un centro del campo dominador; sin esquema de juego; con demasiados envíos largos y con un descontrol que precisamente era lo que intentaba evitar desde el primer minuto de juego.

    Guerra marcó y el Rayo se trae tres puntos tras mejorar su imagen en la segunda mitad

    El primer arreón de los franjirrojos nada más reiniciarse el choque tendría como protagonistas a Javi Guerra, con un envío a la desesperada al corazón del área, y a Diego Aguirre, que enganchó un soberbio remate que se topó con el travesaño de la portería de Dimitrievski, que suspiró al comprobar que el tremendo latigazo del toledano se alejaba de la línea de gol. El Rayo empezó con mayores bríos y con una velocidad más, provocando que el Nástic tuviera que estar más atento a lo que sucedía a sus espaldas que a lo que tenía por delante. Un gran control de Aguirre, tras despeje alocado de Gazzaniga, habilitó al extremo franjirrojo para gozar de su segunda ocasión en el partido, aunque el disparo final se marchó fuera. El Rayo ya acumulaba más opciones de ataque en apenas diez minutos, que en toda la primera mitad.

    El cambio de actitud defensiva del equipo, con mucha mejor predisposición y mayor intensidad en la recuperación, provocó que los de Baraja dieran un cambio radical al choque, cuando menos en imagen, y durante un primer cuarto de hora en el que serían superiores a su rival. 

    Poco a poco el Rayo volvería a ceder la iniciativa a un Nástic que quiso balón y que tuvo la paciencia para reencontrar el camino que había perdido. Entre tanto, Baraja movía ficha sacando del partido a Miku y dando entrada a Adrián Embarba, lo que provocaría un movimiento de piezas que llevó a Ebert a la media punta, lugar que apenas pudo ocupar un par de minutos debido a una lesión que le obligó a salir de partido de manera definitiva. Esta circunstancia permitió la entrada de Manucho a la punta de ataque junto a Javi Guerra, ofreciendo alternativas aéreas desconocidas hasta entonces por un Rayo que ya había perdido su 'don de mando' y su contundencia con el balón en los pies.

    Baena, falto de ritmo y con una tarjeta a sus espaldas con un cuarto de hora de juego por delante, se convirtió en el mayor peligro para los franjirrojos dentro de sus propias filas, obligando a Baraja a dar entrada a Fran Beltrán para tapar 'un agujero' que ya era más que evidente en el centro del campo vallecano. Entre lesión y circunstancias colaterales se consumieron las opciones de refresco de un Rayo que quiso recuperar el mando de un partido en el que de nuevo imperaba el descontrol y en el que Aguirre, buscando el hueco para la entrada de Manucho, volvió a convertirse en protagonista. El angoleño no pudo superar a Dimitrievski, consumiendo otra de las escasas opciones de gol que había tenido el cuadro vallecano en la segunda mitad.

    A falta de diez minutos, un remate de Embarba al palo mejoró los números de un Rayo incapaz de generar fútbol para superar la presión de los catalanes. Aun así, una buena jugada en el tuya-mía entre Manucho y Javi Guerra pudo haber supuesto el 0-1, aunque el remate del delantero angoleño sería detenido por el meta local. Dos ocasiones clarísimas, con remate de Javi Guerra a bocajarro y con posterior intento de Beltrán escenificaron la desesperación de un equipo que renació en la segunda mitad y que explotó de júbilo cuando Embarba, que había refrescado la banda en zona de ataque, encontró la entrada de un Javi Guerra que lograba el gol que suponía la victoria a domicilio del Rayo muchos meses después de aquel partido ante Las Palmas en la primera vuelta la temporada pasada en Primera División. El remate del malagueño, en postura inverosímil, premió la insistencia final de un Rayo que respira en la tabla pero que todavía debe crecer a nivel de fútbol.

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