El Rayo Vallecano hizo debutar en la primera jornada ante el Atlético de Madrid a siete de sus nuevas incorporaciones para la próxima temporada. En todas las líneas hubo caras nuevas y todos ellos estuvieron a un buen nivel.

En la portería, Cristian Alvarez demostró oficio desde su primera intervención. La tranquilidad con la que ejecutó el trabajo de pies y la suficiencia en las salidas y en los despejes fueron complementados con dos intervenciones de auténtico mérito. Con menor carga de trabajo que el resto de compañeros, Alvarez ya está totalmente integrado en el grupo y empieza a conocer la filosofía del técnico Paco Jémez. La adaptación del cancerbero no necesita tiempo extra al tratarse de un jugador que ya ha jugado la liga española, tras su paso por el Espanyol.

En línea defensiva, el técnico franjirrojo optó por dar entrada a Quini y situar a Tito en el lateral izquierdo sacrificando a Nacho. El lateral llegado esta temporada del Real Madrid Castilla comenzó con dudas el partido, pero fue creciendo conforme pasaban los minutos hasta convertirse en el perfecto aliado de Javier Aquino en la banda derecha. Su segunda mitad estuvo al nivel del resto del equipo.

También en defensa destacó la aparición de Abdoulaye. El central, cedido por el Oporto para la presente temporada, mostró una extraordinaria suficiencia. Bien en la anticipación, perfecto en la colocación y sobresaliente al corte, Abdoulaye fue sin duda una de las grandes sensaciones de la noche. Se le vio tan suelto que incluso se animó en un par de acciones a sumarse al ataque, además de aparecer en las jugadas a balón parado, donde su envergadura puede ser un buen arma para los envíos de Trashorras.

Las bandas y el ataque también estuvieron copadas por jugadores que se estrenaban anoche con el Rayo. Por un costado jugó Kakuta, que estuvo mejor en la primera mitad, cediendo el testigo a Aquino, que brilló en la segunda. El jugador galo realizó un par de acciones de gran calidad, con regates y salida en velocidad. Aquino, por su parte, inició la guerra en solitario en el primer período y se sacrificó en ayuda de Tito en labores defensivas, pasando a convertirse en el hombre del partido en la segunda parte. Su velocidad y verticalidad desarbolaron a la defensa del Atlético, que no encontró la manera de parar al mexicano.

En ataque, Jonathan Pereira fue el encargado de incordiar a la defensa rojiblanca. No tuvo ocasiones claras, pero trabajó de manera incansable la presión sobre la salida del balón, facilitando la labor de sus compañeros en la recuperación de balones y obligando a los defensores visitantes a abusar de los envíos en largo.

En la última media hora, la aparición de Manucho provocó un cambio de dinámica en el juego del equipo que, con las llegadas de Aquino por banda, las incorporaciones de Bueno desde segunda línea, y la imponente figura de Manucho en el corazón del área, gozó de las mejores ocasiones de gol de todo el partido.