Habían transcurrido siete meses desde su lesión. El regreso de José Carlos fue recibido en el Estadio de Vallecas con una gran ovación. El calvario quedaba atrás, los meses de trabajo en la sombra, los dolores y el duro discurrir de los días eran parte del pasado. José Carlos regresaba a una convocatoria y, en su primera aparición, gozaría de la confianza de su técnico. El onubense saltó al terreno de juego en la segunda mitad del importantísimo choque contra Osasuna, un rival directo al que se intentaba dejar 'tocado'. Pocos imaginaban lo que estaba por venir.

Sus primeros contactos con el balón estuvieron tan repletos de intención y ganas como de poca frescura. El interior diestro del Rayo tenía un ritmo diferente, algo que supo suplir con su excepcional calidad individual. Intentó varios regates, varios centros, varias llegadas a la línea de fondo. Quiso ser protagonista, pidió el balón y lo encontró. Su aportación estaba siendo positiva, hasta que se convirtió en crucial, convirtiéndole en el auténtico héroe del partido.

El encuentro ante Osasuna estaba destinado a finalizar en tablas, ese resultado que ayuda a pocos y agrada a menos, sobre todo si tu intención (esa era la del Rayo al menos, la de Osasuna era otra cosa) es la de lograr la victoria. José Carlos recogió otro balón en la banda, encaró a su defensor, le dribló, le superó en carrera, se adentró en el área y ahí acabó la historia del partido. Damiá agarró con descaro el pantalón del andaluz justo delante de la posición de uno de los auxiliares del colegiado Iglesias Villanueva. El asistente no tuvo dudas, tampoco podía hacer otra cosa. Levantó el banderín indicando la falta dentro del área. José Carlos acababa de desatascar el partido y convertía su regreso en un reencuentro épico y heroico con la historia del Rayo esta temporada. Larrivey puso el detalle definitivo a su obra maestra anotando la pena máxima y transformando la acción de José Carlos en tres puntos que saben a salvación, a permanencia en Primera División.

Ahora solo falta que Seba Fernández aproveche su próxima oportunidad como lo hizo ayer José Carlos y la felicidad en el Rayo será absoluta, como lo fue ayer.