Parecía a priori el partido del 'ser o no ser', otro de esos exámenes a los que última se está abonando el Rayo Vallecano a lo largo de una temporada en la que el sí o el no ha sobrevolado su trayectoria. Tras la derrota ante el Sporting parecía que el destino franjirrojo no tenía buenas perspectivas, pero unos días después, tras vencer al Almería a domicilio, la cosa cambió. Hoy llegaba a Vallecas el Girona, el primero de los rivales de una aventura de dos partidos en cuatro días que podían significar media liga para los de Iraola. Vencer al Girona y al Mirandés en estos dos partidos consecutivos era vital para calibrar el futuro de un equipo que lleva semanas anclado en el sexto lugar de la tabla. Para empezar, la derrota del Sporting y el empate de la Ponferradina ponían a los vallecanos en una envidiable posición de salida antes de medirse al siempre peligroso Girona.

Ante la baja de Catena por sanción y de Velázquez, todavía recuperándose de su lesión, Andoni Iraola evitó 'probaturas' y decidió situar de entrada a Martín en el eje de la zaga junto a Saveljich. El resto del equipo, con el regreso de Trejo al once tras su ausencia en Almería por molestias físicas, era muy reconocible, con Antoñín de referencia ofensiva completando el habitual 'baile' de nombres en busca de una estabilidad goleadora que el Rayo no ha sabido encontrar hasta la fecha.

Enfrente, un Girona mermado por las lesiones y por un mini-brote de Covid-19, presentaba la siempre inquietante figura del uruguayo Stuani, habitual goleador contra el conjunto franjirrojo. La buena trayectoria del conjunto catalán y sus aspiraciones a meterse en play-off ofrecían, sobre el papel, un partido atractivo y con mucho más que tres puntos en juego para ambos.

Nada más empezar el partido llegaría el primer 'toque'. El primero en avisar, en cuanto a táctica y remate sería el conjunto catalán. Con una defensa muy avanzada y con buen dominio de la situación, el Girona se hizo dueño del partido en los primeros compases. Couto remató a quemarropa sobre Dimitrievski, que reaccionó bien. Era el minuto 2 y el Rayo ya tenía que suspirar viendo cómo el macedonio evitaba el primero de la tarde.

La respuesta del Rayo llegó por la banda izquierda primero, con centro de Alvaro, y por la derecha después, con envío de Bebé. Antoñín, destinatario de ambos balones, no pudo rematar ninguno, pero el partido empezaba a tener 'mejor pinta' para los intereses de un Rayo que había entrado peor que su rival al partido. Mediada la primera mitad, el partido estaba igualado.

El Rayo empezaba a carburar en ataque. Un remate de Bebé junto al palo, un extraordinario 'baile' de Trejo sobre la línea de fondo con remate que salvó Juan Carlos, un saque de esquina que Bebé casi convirtió en gol olímpico y otro potente disparo del portugués que se marchó por encima del larguero daban al equipo de Iraola el título de vencedor moral de una interesante primera mitad.

Pero en esto del fútbol la cosa no va de merecimientos sino de acierto y el primero en tenerlo fue el Girona. Tras una acción en la que Saveljich vio cartulina amarilla por golpear en la cara a Stuani en la salida del balón, Santi Bueno acertaba con la portería de Dimitrievski. Se adelantaba el Girona y ponía contra las cuerdas a un Rayo que, en la siguiente acción, iba a devolver las tablas al marcador. Comesaña igualaba el choque un minuto después. Volvíamos a la casilla de salida, aunque ambos equipos ya habían 'golpeado' a su rival.

La segunda mitad arrancó algo más fría que la primera, con los dos equipos pensando en marcar, pero ahora mucho más pendientes de no cometer errores que les complicara la vida. El balón parado pasó a ser la clave de un duelo que se consumía entre lanzamientos de falta de uno y otro costado y despejes de la defensa catalana para ahorrar esfuerzos a Juan Carlos.

Iraola decidió dar nuevos bríos a su equipo sentando a Bebé y Antoñín para dar entrada a Pozo en la media punta y a Isi en la banda derecha, adelantando a Trejo a la última línea. El cambio no le pudo salir mejor. Isi enganchó un gran tiro desde la frontal del área ante el que Juan Carlos sólo pudo hacer la estatua viendo cómo el esférico, tras pegar en la base del poste, se iba para adentro.

El partido cambiaba de rumbo y de ritmo y volvían los nervios. El Girona apretaba, aunque sin generar peligro, y el Rayo empezaba a sentir el calor de una victoria tan reconfortante como necesaria. 

Después idas y vueltas el partido llegaba a los diez minutos finales en los que iban a seguir pasando cosas. El colegiado señaló penalti por manos de Oscar Valentín dentro del área pero, avisado desde la sala del 'gran hermano', revisó la jugada en la tele y decidió que era mejor retractarse de su decisión. El susto quedaba en alivio, dando paso a unos instantes finales de tensión y nervios que mostraron lo que había en juego.

El Rayo aguantó el marcador dando un golpe sobre la mesa para frenar las aspiraciones del Girona y apuntalar sus opciones de luchar por el ascenso.