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La verticalidad del Madrid destrozó el estilo del Rayo

Escrito por Sábado, 29 Marzo 2014

    El Rayo Vallecano cayó ampliamente derrotado (5-0) en su visita al Santiago Bernabéu. Los de Jémez, que aguantaron el tirón durante casi una hora, cedieron ante los contragolpes de los de Ancelotti.



    Ficha técnica:

    Real Madrid (5): Diego López, Carvajal (A), Pepe, Ramos, Coentrão, Illarra (Isco min. 62), Alonso, Di María (Casemiro min. 68), Cristiano Ronaldo, Bale y Benzema (Morata min. 72).

    Rayo Vallecano (0): Rubén, Arbilla, Zé Castro, Borja, Rat, Trashorras, Saúl, Falque, Rochina (José Carlos min. 23), Bueno (Viera min. 59) y Larrivey (Longo min. 68).

    Arbitro: Delgado Ferreiro.

    Goles: 1-0. Minuto 14. Cristiano Ronaldo; 2-0. Minuto 54. Carvajal; 3-0. Minuto 67. Bale; 4-0. Minuto 69. Bale; 5-0. Minuto 77. Morata.


    Lo previsible se hizo real. El Rayo Vallecano jugó con su estilo, propuso su identidad, dibujó su estrategia, cuidó el balón, dominó durante muchos momentos al Real Madrid, pero terminó cediendo ante la velocidad, la verticalidad y la potencia de los blancos, que les hicieron 'un roto'. Paco Jémez, que había dejado en casa a Alex Gálvez para evitar una posible sanción del central, decidió sustituirle por Borja López, manteniendo el resto del equipo para defender su prestigio y el de un Rayo que hizo lo que pudo, pero que pudo hacer poco.

    Ancelotti, al que tanto le gusta el estilo de los vallecanos, confió en Cristiano Ronaldo, Bale y Benzemá, es decir, en los habituales, para seguir optando al título liguero a costa de un rival de mucha menor entidad. Los primeros compases del choque fueron los esperados. El Real Madrid salió con ganas de reconciliarse con su exigente grada -por increíble que parezca son capaces de silbar a Cristiano incluso ganando por 5-0-. El primer cuarto de hora tuvo en el Madrid a un claro dominador, con Benzemá y Bale como los primeros en intentar 'romper el hielo' de un partido pasado por agua. La incesante lluvia caída sobre el césped del Bernabéu no deslució ni un ápice el espectáculo.

    Con el Rayo intentando desperezarse y una vez contenida la primera avalancha, Cristiano se encargó de dinamitar los cimientos de los franjirrojos. Un balón abierto a banda por el portugués fue culminado por él mismo llegando desde segunda línea para superar a Rubén. El conjunto blanco conseguía su primer objetivo (minuto 16), marcar rápido podía ser sinónimo de victoria cómoda y segura. Pero esto no fue tan sencillo. El Rayo, pese a ir por debajo en el marcador, empezó a crecer y dio inicio a su repertorio de juego, mucho más potenciado aún en la segunda mitad. Trashorras tocaba, Saúl manejaba y José Carlos, que había sustituido a Rochina en el minuto 23, se erigía en el hombre del partido para los rayistas.

    Pese a la mayor consistencia del juego del Rayo, Diego López apenas tenía que temer, puesto que las llegadas de los franjirrojos a las inmediaciones de su área estaban marcadas por una notable falta de personalidad. Falque no fue el hombre incisivo de otras ocasiones, Larrivey apenas 'rascó bola', mientras que Alberto Bueno se batía el cobre con los centrales madridistas, que casi siempre le mantuvieron a raya. Así, con algún intento frustrado de José Carlos y con poco más en ataque, el Rayo seguía vivo en el partido.

    Goleada a la contra de un Real Madrid que se olvidó de la posesión de balón

    El segundo período fue un monólogo de posesión del Rayo contestado con una enorme batería de remates a gol del Real Madrid. Cada equipo habló un idioma de fútbol completamente diferente y, mientras los vallecanos hacían suyo el balón, los madridistas hacían suyas las ocasiones y los remates a portería. Los murmullos en la grada y los silbidos en momento puntuales se convirtieron en el claro ejemplo de lo que ocurría. El Rayo era mejor que el Madrid con el balón en los pies... hasta que lo perdía. Cada robo de balón, cada salida al contragolpe, cada despiste de los de Jémez se fueron convirtiendo en las simientes que harían florecer una goleada que, por fútbol, no fue merecida. Más allá, huelga decir que el Madrid es infinitamente mejor equipo que el Rayo, que sus individualidades son infinitamente mejores que las del Rayo y que su afición es infinitamente "diferente" a la vallecana. Conforme iban cayendo los tantos, los seguidores franjirrojos siguieron haciendo suyos los cánticos que se escuchaban en el Bernabéu, demostrando una vez más que la personalidad de un equipo empieza por la gente de su grada.

    El resto del partido fue monótono en su desarrollo y espectacular en su definición. El Rayo seguía manejando la bola, pero un error en la salida del balón permitía a Carvajal ampliar las distancias. Posteriormente serían Bale en dos ocasiones y Morata, que había entrado en sustitución de un desacertado Benzemá, los que pondrían la firma definitiva a un partido que no tuvo más historia que la contundencia del Madrid y la posesión insulsa y sin peligro del Rayo Vallecano.

    La guerra de los franjirrojos no pasaba por la batalla del Bernabéu y su prestigio, dependiendo del color del cristal con que se mire, quedó tan intacto como resquebrajado. Habrá que seguir remando.

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