Ficha técnica:

Rayo Vallecano (3): Rubén, Arbilla, Zé Castro, Gálvez, Rat (A), Baena, Trashorras, Bueno (Jonathan Viera, minuto 68, Falque (Nacho, minuto 81), Rochina (Lass, minuto 72) y Larrivey.

Almería (1): Esteban, Torsiglieri, Trujillo, Verza (Barbosa, minuto 60), Aleix (Suso, minuto 60), Rodri (A), Corona (A), Dubarbier (A), Zongo (Soriano, minuto 67), Rafita y Azeez.

Arbitro: Prieto Iglesias.

Goles: 1-0. Minuto 37. Bueno; 2-0. Minuto 56. Larrivey; 2-1. Minuto 71. Soriano; 3-1. Minuto 76. Larrivey.

El Rayo Vallecano ha encontrado el camino de estabilidad, confianza y seguridad que llevaba tiempo buscando y que le está reportando todo el éxito que le negó durante buena parte de la presente temporada. Con la seguridad defensiva de Gálvez y Zé Castro, con Rat haciendo un gran trabajo y con Arbilla sin desmerecer ni un ápice lo que se espera de un lateral, el equipo ha encontrado las bases del éxito que solidifican un proyecto en el que el propio Paco Jémez ha debido dar un giro a su planteamiento. Cierto es que el Rayo sigue basando su juego en el toque, pero no menos cierto es que su suicidio colectivo, su valentía desmesurada y su locura momentánea y habitual han dado paso a otras opciones mucho más básicas, pero también mucho más efectivas.

El partido de esta tarde era importante por varias razones. Primero, porque el rival era de los de la "liga de los desamparados" y ganando tres puntos al Almería, no había que ser muy listo para darse cuenta que eran tres puntos que ellos no sumaban. De Perogrullo. Pero también porque las victorias ante Valencia y Real Sociedad tenían el peligro del que se siente superior. Ahí entró en juego el entrenador para bajar de la nube al que se hubiera instalado en ella y forzar a sus jugadores a luchar tanto o más contra el Almería que como lo hicieron en Anoeta o ante el conjunto 'che'. Y a fe que lo consiguió porque, aunque los primeros minutos fueron un tanto desconcertantes, cuando el equipo cogió ritmo, demostró que a día de hoy parecen invencibles.

Estables en defensa, nivelados en el centro del campo con Baena y Trashorras y explosivos en las bandas con Falque y Rochina, con sus eléctricas diagonales hacia el centro, era cuestión de tiempo. La afición, enganchada desde mucho antes del comienzo del choque, hizo su "otro partido" y entre todos fabricaron esa atmósfera irrespirable y tremendamente 'vallekana'.

El Almería apenas planteó problemas a un inspirado Rayo y diseñó un partido de los que tantos puntos han hecho 'volar' del Estadio de Vallecas. Bloque defensivo, balones largos, confianza en el error local y acierto en la primera que caiga. Esa forma de hacer fútbol parece haber llegado a su fin, porque el Rayo no concede, no regala y, además, tiene a Larrivey. No será el mejor, no, no es el más técnico, claro que no, pero hoy por hoy es el jugador franquicia de este equipo. Y la gente así se lo reconoce.

Pero claro, Larrivey no está solo, ni mucho menos. Porque aquí está Iago Falque. El gallego ha crecido y lo ha hecho tanto que ahora mismo su banda es un auténtico arma de destrucción masiva. Cada llegada, cada regate, cada centro... espectacular. Así se fabricó el primero, centro y remate de Bueno de cabeza. El delantero no recuerda cual fue su anterior gol con la testa, pero sí recuerda cómo fue el de esta noche. También lo recordará Larrivey. Falque le dio el pase para que el argentino anotase, ya en la segunda mitad, otro para el Rayo. Delirio en la grada, gritos de ¡sí se puede! y todos felices.

El Almería había intentado adelantar líneas en la segunda mitad, se metió algo más en el campo de los de Jémez e intentó incomodar algo más la salida del balón de los franjirrojos. Pero este Rayo está disparado y pese al gol anotado por Soriano (minuto 70), siguió buscando redondear la tarde. Y nuevamente sería el gran héroe de Vallecas, 'Batigol' Larrivey, el que lograría el tercero a pase de Jonathan Viera, que se había incorporado al juego en la segunda mitad.

De ahí hasta el final, el último cuarto de hora de partido, el Rayo continuó tocando el balón, gustándose y gustando y con 'La vida pirata' de fondo (qué espectáculo, toda la grada al unísono), cerró una tarde que le sirve para dormir fuera del descenso y para afrontar el tramo final de competición gritando a los cuatro vientos que "Soy del Rayo y no me rindo".