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El Rayo se asoma peligrosamente al abismo

Escrito por Domingo, 23 Febrero 2014

    El Rayo Vallecano se asoma peligrosamente al abismo del descenso y lo hace tras perder nuevamente como local ante un Sevilla que llegó a Vallecas a por un punto y que se marchó con tres, tras su gran labor defensiva.



    Ficha técnica:

    Rayo Vallecano (0): Rubén, Tito, Saúl (A), Zé Castro, Rat (Longo, minuto 66), Baena (Adrián, minuto 55), Trashorras, Falque (A), Lass, Bueno (Larrivey, minuto 55) y Viera.

    Sevilla F.C. (1): Beto, Coke, Fazio, Pareja, Fernando Navarro, Jairo (Diogo, minuto 72), Iborra (A)(A), Carriço (A), Alberto, Rakitic (Trochowski, minuto 89) y Bacca (Gameiro, minuto 78).

    Arbitro: Carlos Delgado Ferreiro (Colegio Vasco)

    Goles: 0-1. Minuto 56. Coke.


    Sin criterio, sin opciones, sin remate, sin peligro... incapaces de buscar alternativas y dependientes de una genialidad de Lass, Viera o Falque, que hoy no llegó. Así se presentó el Rayo en su enésima final de la temporada -y las que quedan- en su lucha por salir de la quema y por ofrecer a los suyos argumentos suficientes para creer en la salvación. Cuando la salvación se acerca más al milagro y a la fe, que a la realidad, la situación empieza a sobrepasar a un equipo que hoy no supo encontrar el camino para inquietar a un Sevilla que llegó a Vallecas a por un punto y se llevó tres. Excesivo premio para unos y demasiado castigo para los otros. Eso sí, sin remate no puede haber gol y sin gol, el Rayo se quedará en el pozo.

    El equipo de Emery dejó claras sus intenciones desde el pitido inicial. Bloque defensivo, metros de ventaja en campo contrario para que el Rayo tocara a su gusto y salidas a la contra en busca de la oportunidad que les diese la victoria. Con estos ingredientes encima de la mesa, el 'cocinero' Paco Jémez comenzó a construir una receta que se pareció demasiado a lo habitual, toque y más toque, aunque con una diferencia principal, no hubo remate. El equipo franjirrojo arrancó cada jugada desde atrás, tocó sin profundidad en los primeros metros, buscó a Lass y Falque en las bandas, optó por el individualismo y la genialidad de Viera y no encontró a Alberto Bueno. Así se fueron consumiendo los minutos, con un Sevilla bien armado atrás, sin sufrir ni un solo susto en torno a la portería defendida por Beto y con un Rayo incapaz de plantear alternativas.

    El partido fue malo en líneas generales y lo fue, principalmente, porque el Sevilla no quiso jugar a nada y porque el Rayo fue incapaz de hacerlo, pese a intentarlo. Los desplazamientos largos de los defensores hispalenses, que no tuvieron ningún tipo de complejo ni miramiento en el trato al balón, fueron contestados con un sinfín de toques, muchas veces sin sentido, y siempre sin profundidad, de un Rayo que mostró una cara de desesperación y ansiedad propia de un equipo que vive con el agua al cuello.

    Trashorras, lento en las transiciones, Baena, seguro pero incapaz de ofrecer alternativas en la salida, Falque con destellos intermitentes y Lass como único bastión ofensivo, principalmente en la segunda mitad, eran las armas utilizadas por un Rayo poco mordaz en ataque, aunque seguro en defensa. El Sevilla, que gozó de innumerables concesiones en forma de saques de esquina o lanzamientos de falta, llevaba peligro a balón parado, anticipando la resolución de un partido en el que Rakitic fue el jugador más destacado, por su presencia y su toque de calidad, y en el que precisamente Coke sería el artífice del remate que serviría de puntilla a un guión diseñado por Emery y facilitado por una defensa que se descuidó, permitiendo al más inesperado un remate franco para lograr una victoria que sirve como bálsamo a los suyos y que hunde en el fango a un Rayo que quedó muy tocado.

    Pese a todo, si hay algo que resaltar del cuadro de Jémez es su espíritu luchador, con sus limitaciones, con sus defectos, con sus escasas habilidades, pero con intención. Lass se convirtió en el último guerrillero de un equipo que creyó en la remontada y que provocó algún susto de última hora en el área de Beto. Jonathan Viera tuvo en sus botas el gol que pudo hacer saltar por los aires el planteamiento ultradefensivo de los sevillistas, pero no acertó, igual que tampoco lo haría Larrivey, que había entrado en la segunda mitad y que, en un doble intento, rozó el gol.

    La grada se vino arriba en los instantes finales cuando Iborra, de la manera más inocente, dejaba a los suyos en inferioridad. Cumpliendo a rajatabla lo que se esperaba de ellos, pérdidas de tiempo desmesuradas, con Beto como principal actor, y cortes infinitos del ritmo de juego, el jugador del cuadro andaluz llevó al extremo la 'pantomima' simulando una lesión que obligó a entrar a las asistencias, para terminar saliendo del terreno por su propio pie y con especial parsimonia. Delgado Ferreiro, entendiendo la 'burla', le enseñó la segunda cartulina amarilla y le mostró el camino de la ducha en la recta final de un encuentro que tendría en Rubén a su último protagonista. El cancerbero, que instantes antes había detenido un buen lanzamiento del omnipresente Rakitic, subía a la desesperada a rematar un córner que supondría el último intento de un Rayo que se dejó tres puntos y muchas esperanzas, ante un rácano Sevilla que llevó tres puntos y una gran alegría.

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