Opinión. Llega la Copa del Rey. Una competición diseñada, estructurada y acondicionada para que la disfruten los grandes, para evitar las sorpresas... para que los de siempre ganen muchos millones de euros y para que los aficionados se conformen con las 'migajas' de un pastel en el que a unos pocos les toca el 'gordo', mientras los demás acompañan con palmas, bailes y comparsa que sirve para muy poco.
En Xativa, Sant Andreu y Cartagena, la fiesta de la Copa del Rey no llega por sus respectivos equipos, sino por el rival en suerte. Es lógico. También es una pena que en esos lugares apenas nadie sueñe con dar la sorpresa, con eliminar a un grande, con emular a los modestos equipos ingleses capaces de comerse el mundo en una competición pensada para igualar potenciales, ¡qué digo igualar, para acortar diferencias!, eso sí. Mientras la Copa del Rey siga siendo una competición anquilosada y chapada a la antigua, mientras se siga jugando a doble partido, mientras se estructure y se prepare para poder vivir en semifinales, o mejor en la final, el enésimo partido del siglo entre los de siempre, el resto será un puro engaño. A los que nos gusta el fútbol no podremos evitar tragarnos el partido del Betis sin Mel o un Algeciras-Almería, que ojalá sea el partido de esta ronda de dieciseisavos de final, aunque solo fuera para dar 'en los morros' a los que se frotan las manos contando los euros de beneficio que les reportará una nueva competición del KO (para los de siempre).
Mientras tanto, los de a pie se afanan para buscar la mejor combinación de trenes, autobuses, coches particulares... para viajar a Valladolid o donde sea menester. A esos es a los que, como siempre, se les falta al respeto, se les ningunea y se les olvida, porque el negocio no va con ellos. Aquí ya hemos aprendido que el dinero está por encima del resto y eso es algo que o lo aceptas, o te quedas fuera. Ley de fútbol.
El Rayo viaja a Valladolid, quizá pueda pasar de ronda, quizá pueda pasar dos rondas, quizá... ¡¡ya, a dejar de soñar!!. Una competición a partido único, con noches espectaculares de goles, sin el 'mandato' de las televisiones, con carruseles de radio (de aquella radio antigua que sonaba en todos los hogares de nuestro país y a la que han terminado por prostituir a fuerza de ordeno y mando), esa sería la Copa ideal. Y si el Rayo palma a las primeras de cambio, ¡mala leche!, y si nos quedamos sin ver un partido de copa en Vallecas, ¡mala leche!, pero si 'palma' el Barsa o el Madrid a manos de un 'chiquitín', o si las pasa canutas el Valencia o el Atleti de turno, eso, señores, en nuestro planeta fútbol, no tiene precio.
Lamentablemente, esto tiene pinta de no cambiar nunca, porque el dinero manda, porque las televisiones (que ponen el dinero) mandan, porque nadie se opone (todos pillan cacho, algunos más que otros, eso sí) y porque nosotros seguimos queriendo fútbol, aunque nos ninguneen, aunque nos olviden, aunque nos maltraten. Esta fiebre de fútbol que hará que espere un gran partido en Algeciras o que en Xativa disfruten de su sueño durante algo más de un día...
