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COLUMNA DE OPINIÓN

¿Qué está pasando en el Rayo?

"Mucha gente vinculada al entorno del club pidió que el presidente reconsiderara el despido de personal de la sala de máquinas"

Escrito por Viernes, 28 Julio 2017

    Opinión. "El rayismo en vena que se está inyectando de cara al exterior contrasta con lo que realmente se vive de puertas para adentro".

    Opinión. El Rayo Vallecano, desde el más pequeño de sus equipos de cantera hasta el primer equipo, pasando por supuesto por su Fundación, se ha convertido en una auténtica amalgama de noticias, comentarios, rumores, sensaciones y dimes y diretes que provocan desazón y tensión por partes iguales. Este club, como ya hemos dicho en infinidad de ocasiones, es peculiar en todos los sentidos, algo que puede sonar bien en determinadas ocasiones, pero que se convierte en un insulto cuando toca otras cuestiones. Lo que refleja hacia fuera, de cara al gran público, no se corresponde con lo que interiormente vive. Eso es una auténtica realidad.

    El club de Vallecas está viviendo una transformación ilusionante de puertas para afuera. Ilusiona la llegada de Míchel al banquillo para comandar la temporada desde el primer día. Ilusiona ver cómo se rodea de gente con pasado rayista como Salva o Rubén Reyes. Ilusiona ver a Cobeño manejar el futuro de la parcela deportiva desde los despachos y reencontrarse con otra leyenda como Luis Cembranos dirigiendo al que en breve debería ser un equipo construido realmente para nutrir de buenos jugadores al primer equipo. Ilusiona.

    Pero el rayismo en vena que se está inyectando de cara al exterior contrasta con lo que realmente se vive de puertas para adentro. El club prescindió, prescinde y prescindirá de valores incalculablemente valiosos para su funcionamiento diario y no hablamos solo de dinero (mínimamente impactante para un club que maneja millones de euros entre sus cuentas y las de la Fundación). El valor real de personas que llevan toda su vida dedicada al club, que vivieron épocas mejores y también peores no se mide por un contrato, por unos euros o por el capricho de una o dos personas con poder para decidir en las circunstancias actuales. Va mucho más allá. Mucha gente vinculada al entorno del club pidió que el presidente reconsiderara el despido de personal de la sala de máquinas, ese tipo de trabajadores que no sale en los medios, que no es cara visible, que no son portadas de nada, pero hacen que el Rayo sea lo que es y, mucho más importante, que gracias a ellos el Rayo puede ser lo que es. Nadie sabe que muchas de esas personas, hoy muchos de ellos fuera del club y otros en puertas, salvaron al Rayo, sí lo salvaron, mientras otros se colgaban medallas. Sus carreras, sus nervios, sus momentos de estrés y su desesperación en una época muy jodida de nuestro club sirvieron para que los que hoy manejan esto puedan hacer lo que les plazca.

    Desconozco si tras la decisión de cerrar puertas a ilustres rayistas, a gente que son el Rayo más que tú y que yo, a personas vinculadas a esta entidad desde hace años (para muchos convalida como siglos por lo sufrido y vivido dentro) tiene más razones que las expuestas. Lo que no me creo es que un sueldo de alguien de oficinas o de cualquier otra parcela de un club de Primera o Segunda División sea inasumible por un descenso de categoría. Que no nos tomen el pelo.

    ¿Qué está pasando en el Rayo? La impresión que da desde fuera es que mientras se intenta reflejar una cara de salud y bonanza, con la llegada de valores vinculados al rayismo que se entienden como un bonito guiño hacia la afición (aplaudo la idea), por dentro sufre una enfermedad incurable que se ataja a las bravas y con decisiones inexplicables, caprichosas y desesperantes. La vida sigue y, mientras Cobeño, Míchel o Cembranos siguen adelante con su trabajo, el Rayo cada día es menos Rayo.

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