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RAYO 2 - LUGO 0. Crónica

¡Menudo zarpazo!

El conjunto vallecano fue superior a su rival y consigue sumar por sexto partido consecutivo

Escrito por Sábado, 22 Abril 2017

    El Rayo Vallecano derrotó al Lugo (2-0) gracias a un penalti anotado por Javi Guerra y a un gol de Manucho que aprovechó la entrada de Lass, auténtico revulsivo de un partido bien jugado por los franjirrojos.


    Ficha técnica:

    Rayo Vallecano (2): Gazzaniga, Galán, Iñiguez, Amaya, Alex Moreno, Trashorras (A), Fran Beltrán, Ebert (Lass, minuto 58), Comesaña, Embarba y Javi Guerra.

    C.D. Lugo  (0): Roberto, Jordi (A), Carlos Hernández, Djaló (A), Kravets, Damiá (Fede Vico, minuto 45), Iriome (Pino, minuto 74), Campillo, Seoane, Carlos Pita (Caballero, minuto 69) y Joselu.

    Arbitro: Figueroa Vázquez.

    Goles: 1-0. Minuto 67. Javi Guerra, de penalti. 2-0. Minuto 79. Manucho.


    El Rayo afiló sus garras y se preparó a conciencia para asestar un golpe descomunal a su apurada situación. Lo hizo a costa de un rival que pareció mucho más pequeño de lo que en realidad es y lo hizo porque ese mismo rival jugó a pecho descubierto y 'de tú a tú' a un equipo que hoy sí pareció otra cosa. Míchel, que había vivido buenas primeras y segundas partes, siempre por separado, pudo disfrutar junto a su afición de un partido completo. Y la parroquia vallecana lo agradeció, mientras Luis César, técnico lucense, veía sobre césped al equipo más en forma de la categoría y a un Rayo de Primera División. Ni una cosa ni otra serán ciertas, pero al menos hoy, sí lo parecieron. El Rayo dejó atrás su nula propuesta en Murcia ante el UCAM y olvidó el punto de 'sí pero no' sumado ante el Tenerife, para convertirse en un equipo con ritmo, con llegada, con peligro, con remate y hasta con gol.

    La ausencia de Zé Castro por sanción y de Dorado por lesión obligaba al técnico franjirrojo a ser valiente sí o sí, porque cualquiera de las opciones que pasaron por su cabeza era una apuesta arriesgada. Poner a Galán en el centro con Quini a la derecha era una solución de urgencia, inclinarse por Iñiguez en su posición natural, pero inactivo desde hace ocho meses, era una solución de urgencia y de puro riesgo. Míchel optó por la segunda y, a tenor del resultado, acertó. El Rayo fue superior a un Lugo que llegaba a Vallecas con la intención de seguir siendo alternativa a los equipos que parecen haberse hecho un hueco casi imperturbable entre los seis primeros. Los gallegos, grupo valiente, alegre, desenfadado y 'futbolero', se toparon con un equipo que desde el primer minuto les asfixió con una presión alta que les incomodaba en su cabezonería de sacar el balón jugado desde atrás. Con el trabajo de Javi Guerra, Ebert, Embarba y Comesaña, los lucenses perdieron el norte y se fueron achicando para convertirse en un equipo que tiene de todo menos vulgar, pero que hoy dejaba atrás su fútbol para perder balones y más balones que facilitaban las cosas a los locales.

    Entre tanto, el Rayo se hacía grande conforme pasaban los minutos y su crecimiento se apoyaba en el buen manejo del juego de Trashorras, y en la continua presencia de Fran Beltrán cubriendo mucho campo, pero también en la seguridad defensiva de los cuatro hombres de atrás y en las llegadas por banda de los extremos y en los remates dentro del área del delantero y compañeros de viaje, que estuvieron a gran nivel. El Rayo dominaba, jugaba y merecía adelantarse en el marcador, aunque tuvo que esperar al segundo período para lograr lo que con tanto ahínco venía buscando.

    La entrada de Lass, un jugador que no termina de ofrecer su máximo nivel de manera continuada, revolucionó el partido y despertó a la fiera que este equipo lleva dentro. Una jugada personal finalizada con caída del guineano dentro del área y penalti convertido a gol por Javi Guerra y una asistencia al corazón del área para que Manucho hiciera de 'matador', servirían al Rayo para finiquitar un partido que devuelve la tranquilidad a Vallecas. El Rayo recupera el pulso, mete tierra de por medio con el tan temido descenso a Segunda B y, además, se asegura empezar a dar el miedo e infundir el respeto que se esperaba en el arranque liguero y que ha tardado una eternidad en conseguir. No lo hizo en La Condomina, ni tampoco durante noventa minutos completos a máximo rendimiento desde la llegada de Míchel, pero hoy sí alcanzó un nivel que permite albergar esperanzas de, como poco, vivir un final de temporada lo más holgado y tranquilo posible. De ahí a soñar con quimeras y hacer cuentas de lechera hay una inmensidad, pero toca disfrutar después de tanto sufrimiento, y la próxima jornada intentar ganar en el Alcoraz para afianzar una racha que, con Míchel, alcanza ya los seis partidos consecutivos sin perder. El Rayo suma y sigue.

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