RAYO VALLECANO 1 - REAL OVIEDO 1

No hubo locura. Ni juego ni gol. Si me apuran diría que no hay ni ilusión. Uno afronta las crónicas de este Rayo Vallecano con la sensación de que va a volver a ver el mismo partido que ha visto toda la temporada. Lo peor de todo es que, salvo contadas excepciones este año (Extremadura, Huesca...), es justo lo que ha acabado sucediendo. Empate y gracias.

El cuarto de manera consecutiva (no tan aburrido como en Miranda de Ebro, pero a fin de cuentas sirve para sumar los mismos puntos). El décimocuarto en lo que llevamos de temporada. Imposible mirar así al ascenso.

Arrancó el partido de manera eléctrica con los dos equipos lanzados al ataque para abrir el marcador. Pero su falta de gol y el acierto de sus porteros impidió que el electrónico se moviera. Álvaro García y Mario Suárez en dos ocasiones para los locales y Tejera para los visitantes merecieron perforar la red. No lograrlo es la prueba evidente de por qué ambos equipos están donde están.

Era cuestión de tiempo que llegará el gol y lo hizo en el bando asturiano. Rodri ponía en ventaja al Oviedo, algo a lo que el público de Vallecas parece ya estar acostumbrado. Los de Vallecas no habían sido inferiores en esta media hora, pero la temporada de errores defensivos está siendo tan grosera que resulta difícil encontrar una explicación más allá de la desidia. Porque apenas cinco minutos después el Oviedo estaba a punto de repetir a balón parado y lograr el segundo. Solo la suerte evitó que Dimitrievski sacará el balón de su portería por segunda vez.

Advincula y Mario Suárez intentaron lograr la igualada con disparos desde fuera del área. El último recurso de un equipo en el que parece que cada uno hace la 'guerra' por su cuenta. 45 minutos más donde el delantero centro volvió a irse en blanco al vestuario de Vallecas. Ulloa, inédito y el equipo a 0.

El Rayo se volcó en la segunda parte no dejando al Oviedo pasar casi del medio campo. Pero en cualquier otro equipo grande llamado al ascenso eso hubiera supuesto el 1-1, el 2-1 y hasta el 3-1. Nada de eso sucedió tras el disparo lejano de Andrés Martín, o el de Álvaro que se fue a las nubes, o el remate mordido de Isi cuando Vallecas dejó de mirar por un segundo el reloj con mirada angustiada.

Todo lo contrario que hacia el Oviedo que parapetado en defensa veía pasar los minutos confortablemente hasta que el VAR señaló una mano dentro del área cuánto menos discutible. ¿Voluntaria? ¿Involuntaria? Innegablemente ocupa un espacio y no es una posición natural, pero si se hubiera pitado contra el Rayo estaríamos tan cabreados como el entrenador ovetense que fue expulsado. El inédito Ulloa llevó el balón a las redes con cierto suspense y comenzaba un partido de quince minutos donde ambos equipos tenían mucho que perder y poco que ganar. El único que se atrevió a dar un paso al frente fue el Oviedo y Dimitrievski tuvo que tirar de intervención milagrosa para salvar un punto in extremis en Vallecas.

El Rayo es un equipo casi muerto, un club sin alma y una plantilla desquiciada como se vio con la autoexpulsion de Trejo, que dejará al Rayo todavía con menos efectivos para su visita a Tenerife. En las Islas habrá que empezar a luchar por lograr la permanencia. Y gracias.