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OVIEDO - RAYO. Crónica

Oviedo 2-1 Rayo Vallecano: Un equipo hundido regala otra victoria

Los asturianos se llevaron como regalo navideño los tres puntos mientras que en el banquillo rayista solo dejaron carbón

Escrito por Domingo, 01 Diciembre 2019

    Un gol en el primer minuto y un penalti infantil volvieron a condenar al Rayo que ya suma seis semanas seguidas sin conocer la victoria.

    Oviedo 2-1 Rayo Vallecano: Un equipo hundido regala otra victoria

    Ficha técnica:

    Real Oviedo (2): Champagne, Nieto, Carlos Hernández, Arribas, Bolaño (A), Sangalli (A), Tejera, Jimmy, Borja (Lolo González, minuto 85), Bárcenas (Obeng, minuto 62) y Ortuño (Ibra, minuto 91).

    Rayo Vallecano (1): Dimitrievski, Luna (Andrés Martín, minuto 86), Catena (A), Saveljich (A), Tito, Mario Suárez (A), Martín (Pozo, minuto 67), Alvaro (Joni Montiel, minuto 71), Embarba y Ulloa (A).

    Goles: 1-0. Minuto 1. Nieto; 1-1. Minuto 11. Embarba; 2-1. Minuto 83. Ortuño, de penalti.

    Arbitro: Pulido Santana.


    REAL OVIEDO 2 - RAYO VALLECANO 1

    Las cartas de deseos de los niños (y no tan niños) ovetenses a Papá Noel y a los Reyes Magos ya se han transformado en regalo un mes antes de la Navidad. El Rayo Vallecano dejó en la capital asturiana tres puntos de oro, incienso y mirra en forma de victoria en un partido que define a la perfección a un equipo hundido que solo disparó una vez a portería en 90 minutos.

    En la primera jugada del partido el Rayo ya iba por detrás en el marcador. El Oviedo metía uno de los goles más tempraneros de esta temporada (y de las que yo le recuerdo al Rayo) en uno de esos desajustes defensivos que claman al cielo. Defensa en inferioridad, tardanza en el repliegue, nulas ayudas y 1-0 obra de Juanjo Nieto.

    La cosa podía haber sido peor si Sangalli no hubiera desaprovechado un mano a mano con Dimitrievski apenas dos minutos después. Era el minuto tres y los de Vallecas merecían ir perdiendo 2-0. En otra época, Jémez habria hecho un doble cambio en ese momento, pero este Paco poco tiene que ver con aquel entrenador temperamental. Su cara en la banda era un poema intentando entender cómo al equipo le podían hacer esas ocasiones con seis futbolistas de corte defensivo sobre el césped.

    Pero cuando nadie lo esperaba Alejandro Arribas tiró de sentimiento franjirrojo y le regalo a Embarba una asistencia que el Pichichi rayista no iba a desaprovechar. Empezó perdiendo sin merecerlo y empató de la misma manera.

    Como le sucedió al Oviedo, el Rayo también pudo ponerse por delante sin saber cómo cuando Catena despejaba desde la defensa dejando sólo a Álvaro García frente a Champagne. Pero el extremo estrelló la pelota en el cuerpo del cancerbero sin usar el recurso del exterior de su bota izquierda o sin habérsela pasado a Ulloa que llegaba absolutamente solo y a puerta vacía en el punto de penalti. Ambas hinchadas consultaban sus teléfonos para comprobar que no se hubieran equivocado de fecha y estuviéramos a 25 de diciembre o a 6 de enero. Era un festival de regalos.

    Cuando la lluvia comenzó a arreciar carbayones y franjirrojos dejaron de hacerles la vida más fácil a su rival y comenzó un recital de juego parado con faltas, atenciones, lesiones y protestas que liquidó la primera parte y dominó el primer cuarto de hora de la segunda. Minutos de sopor, de pérdidas continuas, de fallos imposibles en pases sencillos. Los nervios atenazaron a dos equipos acuciados por las urgencias.

    Así fue hasta el ecuador de la segunda mitad cuando Jémez decidió retirar a Martín para dar entrada a Pozo. Iba a por el partido pero consiguió el efecto contrario. El Oviedo encontró oro en dos contras en sendos córners mal ejecutados. La primera contra la frenó Trejo y la segunda el exterior de la red a disparo de Borja. Se mascaba el 2-1 y llegó tras otro penalti infantil cometido por Catena, tras error de Luna y Embarba que se dejan sorprender, y transformado por Ortuño. Si no era Navidad, poco le faltaba. El regalo de los tres puntos era lo mejor que podían recibir los asturianos.

    Desde el penalti hasta el final la nada más absoluta. En la segunda mitad el Rayo no disparó entre los tres palos. El entrenador rayista tenía la mirada perdida sobre el césped y las manos en los bolsillos ante lo que puede ser una agridulce despedida del banquillo rayista, donde esta Navidad solo han dejado carbón.

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