Opinión. No puedo decir que la decisión me haya sorprendido. Llevar la junta de accionistas al día 31 de Diciembre vuelve a ser otra de esas decisiones arbitrarias y con una intención tan clara como poco seria en un club que sigue dando tumbos y que, en las idas y venidas de quien lo dirige, no termina de encontrar la serenidad, la paz y la tranquilidad que a muchos nos gustaría. Llevar la junta de accionistas al último día del año (mira que hay fechas en el calendario para hacerlo) vuelve a ser una nueva muestra de poder llevada al extremo más absurdo. Para que luego venga Paco Jémez a decir que esto no es una demostración de ver quién tiene no sé qué más larga... 

Ayer me avisaron, hoy era el día. El Rayo tenía que presentar la convocatoria en el BOE si quería que la fecha elegida cumpliera los plazos legales marcados. Lo hizo Martín Presa el pasado día 25 de noviembre y lo hizo para todos sabemos qué. Poner esa fecha genera la polémica que no elude el máximo dirigente rayista. La confrontación es evidente. Si la Asociación de Accionistas ADRV sigue atosigándole con denuncias, juicios y su habitual trabajo judicial, el presidente rayista responde convocando la reunión anual el 31 de Diciembre. Me suena a rabieta, a venganza, a un 'ahí queda eso' que al único que ridiculiza es al que decide hacerlo ese día. Es evidente que busca molestar, es evidente que busca cualquier cosa menos rebajar tensiones y apaciguar las aguas turbulentas que siguen marcando el devenir de nuestro Rayo.

Me darán mil razones mil explicaciones, mil justificaciones. Me dirán que no estoy en lo cierto y que veo lo que no hay. Me dirán lo que quieran, pero lo que resulta evidente es que dos pelean si uno no quiere y, aquí, el Rayo también quiere. Para la próxima decisión solo pido un poco de rigor y sobre todo mucha más profesionalidad (junto a un poco de sentido común, algo que sigue sin asociarse de ninguna manera a este club).