El Rayo Vallecano volvió a demostrar la bipolaridad que está caracterizando a su fútbol esta temporada. Tan pronto brinda una primera parte escandalosamente superior a la de un Valladolid con vitola de equipo grande y aspirante a todo, como desaparece por minutos para reaparecer en fogonazos contundentes y desconcertantes que le devuelven al delirio. Si a esto le sumamos que lejos de Vallecas el equipo se transforma y se convierte en la cara amarga de su propia imagen, la doble vida de este equipo se hace mucho más profunda y descarada.

Ante el Valladolid, Míchel pensó que seguía siendo momento para ofrecer continuidad al equipo y no quiso descomponer un once en el que confía y al que poco a poco se han ido sumando jugadores para la causa. Fran Beltrán, Baiano, Velázquez o De Tomás son algunos de esos hombres que se han hecho un hueco en el planteamiento del técnico vallecano, fortaleciendo a un equipo que con la brillantez de la primera mitad se convierte de nuevo en aspirante a todo esta temporada.

Los primeros cuarenta y cinco minutos fueron un vendaval futbolístico de los de Vallecas, que destrozaron por derecha, izquierda, arriba y abajo a un Valladolid que encajó muy mal los golpes y se convirtió en un juguete roto en las traviesas manos de los Embarba, Trejo o De Tomás. Unai muy bien, Beltrán, supermotivado y Trejo, otra vez Trejo, determinante. Si a ellos le sumamos que Embarba no solo lo intentó, como de costumbre, sino que además lo consiguió, el equipo vallecano golpeó con contundencia a los vallisoletanos.

Embarba logró el 1-0 a los ocho minutos de juego y Trejo, en una acción de constancia e insistencia, redondeaba un tremendo arranque de partido con el 2-0 a los dieciséis minutos. El resto fue coser y cantar para los franjirrojos, que terminarían rematando la faena cuando De Tomás anotaba de penalti el tercero antes del descanso. El Rayo había pasado por encima de un Valladolid que no pareció ni de lejos un aspirante a los puestos de privilegio de la liga.

Con la contundencia del Rayo en la primera mitad, el Valladolid intentó en la segunda irse del partido con la cabeza alta y evitar que los vallecanos les siguieran ninguneando y aprovechándose de su mala predisposición al fútbol y a la pelea. Los blanquivioletas decidieron que la segunda mitad debía ser otra cosa y, aunque en la primera ya pusieron a prueba los reflejos de Alberto, en la continuación su insistencia les llevaría rápidamente a acortar distancias. Oscar Plano parecía decir que el Pucela volvía al partido cuando en el cincuenta y tres anotaba el 3-1. El cuadro visitante, con el constante apoyo de los aficionados desplazados a Vallecas, apretó y gozó de varias ocasiones claras para haberse cargado de un plumazo la ventaja de los de Míchel que, pese a todo, aguantaron el tirón y se mantuvieron en pie para sentenciar en una contra culminada por Embarba a falta de cinco para la conclusión.

El Rayo de Trejo, colosal el argentino, sumaba tres puntos muy importantes en la clasificación, pero también en lo anímico antes de recibir el próximo jueves al Almería, en el segundo partido consecutivo en el que los vallecanos jugarán de locales para intentar seguir escalando posiciones en la tabla.