El Rayo Vallecano volvió a perder sumando su tercera derrota en cinco partidos amistosos en una pretemporada en la que está quedando de manifiesto dónde se encuentran los principales males del equipo. Defensa y ataque, principalmente esto último, necesitan ciertos retoques que, hablando del gol, se convierten en una reconstrucción masiva de la situación. El duelo con el Leganés, enmarcado dentro del tradicional Trofeo de Vallecas, dejó muchas pinceladas ilusionantes, pero un mismo resultado. Eso sí, la sensación general fue muy diferente a la que nos dejaron los anteriores duelos veraniegos. Mucho tendría que ver que, en el primer lance de juego, el Leganés, por mediación de Rico, empinara el partido para el Rayo. El lanzamiento del zurdo jugador pepinero tocó en el palo de la portería de Alberto para convertirse en el 0-1, que obligaba al Rayo a ser mucho más valiente si cabe de lo habitual.

Con el partido en contra desde el inicio, los de Míchel tomaron las riendas, se echaron el peso del choque a la espalda, empezaron a tocar el balón, a buscar las llegadas de Lass por la derecha y Aguirre y Alex Moreno por la izquierda y, con el inestimable trabajo de Unai López, impresionante su aportación nada más llegar al equipo, empezaron a generar incontables ocasiones de peligro. Es verdad que el ritmo, entendible por las alturas de pretemporada en las que estamos, dista mucho del deseable pero, aun así, el Rayo fue mejor que todo un Leganés de Primera División, por mucho que a este equipo le falten "tres o cuatro jugadores" de calidad, como afirmara su técnico a la conclusión del partido.

El excepcional trabajo de Unai, con movilidad tanto lateral como vertical, permite a Trashorras convertirse en el enlace más cualificado entre los centrales y el medio o la zona de entrelíneas, hoy ocupada por un Oscar Trejo al que quizá le falte un punto de forma física para parecerse al jugador que todos desean volver a ver en Vallecas. Alex Moreno cumplió con solvencia su trabajo en el lateral y los centrales, principalmente el joven Kike, mucho más valorable por la inexperiencia que conlleva su juventud, estuvieron a un nivel más que aceptable. A partir de ahí, y con el mando del juego siempre de lado local, Lass fue un puñal por la derecha, generando numerosas situaciones de peligro que no fueron culminadas por él o por sus compañeros para llevar el duelo a un escenario completamente diferente. La tuvo Comesaña, también Aguirre, el propio Lass y poco a poco se irían desaprovechando claras oportunidades de dar un vuelco al Trofeo de Vallecas. Entre tanto, el Leganés, con criterio de equipo asentado y coherente, supo mantener la calma pese a su notable inferioridad futbolística, y la apuesta le salió bien.

En el segundo período, Míchel decidió que el primer cuarto de hora había que seguir con el mismo equipo, salvo la entrada de un Mojica que quiso revolucionar el partido con dos o tres galopadas espectaculares que terminaron sin generar el peligro deseado. El colombiano, que entró como un auténtico cohete al terreno de juego, terminaría diluyéndose, máxime con la entrada de otros futbolistas como Joni Montiel, Fran Beltrán o Benito que, con su juventud y su hambre de fútbol, volvieron a dar un nuevo impulso a la presión y la verticalidad del equipo. Sin Javi Guerra, con molestias físicas, y sin ningún referente claro como '9', el joven Benito se ha convertido en la única esperanza de cara a portería de un equipo que necesita muchos 'retoques', pero principalmente un delantero que asegure la efectividad que hoy por hoy este equipo no tiene.

Con el Rayo intentando la igualada y el Leganés esperando su oportunidad, Rat desniveló definitivamente el partido al cometer un penalti que Gabriel no perdonaría, para situar el 0-2 y decantar definitivamente un Trofeo de Vallecas en el que el Rayo puso el fútbol y el Leganés los goles.