El Rayo Vallecano quería resurgir como el ave Fénix. El escenario, casi inmejorable: un Vallecas casi a reventar para recibir la visita del líder. Con el casillero de victorias vacío todavía en 2022, los franjirrojos querían coger moral de cara al partido más importante en la historia del club en sus 98 años de historia. Difícil no estar pensando en el choque del jueves. Pero ganar al primer clasificado era un premio muy jugoso para dejarlo pasar.

Iraola no reservó demasiado aunque sí sorprendía con los cambios: Bebé por Isi y Mario Suárez por Saveljich. El de Usurbil quiere mínimo dos centrales en Sevilla. Una apuesta arriesgada, ante todo un Madrid, pero lógica con lo que hay en juego el jueves. Funcionó hasta que se impuso la calidad individual y hasta que se acabó la gasolina. El Rayo está con el depósito en reserva.

El partido arrancó eléctrico y desnivelado. El Real Madrid pisaba área rayista una y otra vez intentando liquidar el choque por la vía rápida. Hundir a los franjirrojos aún más en su moral para que se vieran por detrás en el marcador nada más arrancar. Pero Luca Zidane, que en la ida pasó desapercibido en el Bernabéu, se erigió como salvador franjirrojo. Se reivindicó ante su ex afición con dos paradones de mérito evitando el gol de Asensio.

Le iba a tomar la matrícula al 11 madridista cuando sobre el ecuador del partido volvía a salvarle otro mano a mano. Todo lo que sucedió entre estas acciones fue que el Rayo despertó. Iraola tiró al equipo hacia arriba buscando el error en la salida del balón de los blancos. Y vaya si los cometieron. Los franjirrojos robaban en zonas de peligro y empezaron a llover las ocasiones: Bebé al lateral. Sergi Guardiola desviado en las dos mejores para los de Vallecas en la primera mitad.

La balanza se fue equilibrando poco a poco. Los merengues ya no estaban tan cómodos sobre el lamentable césped de Vallecas. Alguien debería hacer algo contra la dejadez de este club: van dos meses con ese patatal. Y pese a ello el espectáculo fue bonito de ver. Ocasiones para uno y para otro. Casemiro marcaba tras falta, fuera de juego y después de acomodarse el balón con la mano. Benzemá remataba a bocajarro haciendo aún más héroe a Zidane. Aunque en fuera de juego. En el lado rayista, "los García" (el apodo que les pusimos en Pasión por el Rayo antes que NADIE) hacían mucho daño por la izquierda superando a Carvajal. Los 47 minutos de la primera mitad se nos hicieron cortos.

Alguien debió comentárselo a los dos equipos en vestuarios y pactaron mantener las espadas en alto en el segundo acto. Bebé rozaba el gol en un centro-chut que se fue al larguero. Poco después era Courtois quien metía la manopla a un cabezazo de Sergi Guardiola para evitar el 1-0. Un paradón terrible. El Rayo sufría mucho menos tras el descanso. Solo Vinicius se atrevió a mirar a portería con un Catena imperial al corte.

Una hora de juego que disfrutamos al máximo con los 22 protagonistas buscando hacer sangre futbolísticamente. Hasta que Casemiro decidió hacer sangre pero de la de verdad. El entradón al tobillo dejó fuera del partido (y veremos si de la eliminatoria de Copa del Rey) a Óscar Valentín. Tuvo el mismo castigo que un agarrón en la camiseta de Trejo. Ver para creer. Otra roja perdonada al Real Madrid en Vallecas. No es la primera (ni será la última).

El encuentro se enfrió con este entradón escalofriante. Apareció el centrocampismo y ni siquiera las rotaciones lograron sacarnos del peor tramo del choque. Todo parecía encaminado al 0-0 y más después de que Courtouis volviera a convertirse en un muro infranqueable para Trejo, primero, y Álvaro García, después. La doble ocasión del Rayo le costó el partido.

Porque quien perdona lo paga. La pared de Benzemá y Vinicius dejó solo al francés que marcó a placer para seguir siendo el líder. Cuestión de dinámicas. Y de arbitrajes, suponemos.