El Rayo Vallecano necesitaba a toda costa recuperar sensaciones tras haberse estrellado una y otra vez contra un muro invisible que bloqueaba al equipo tanto a domicilio (como toda la temporada) como en casa (novedad de la segunda vuelta). Ante el Elche, el Rayo debía calibrar sus opciones de recuperación para afrontar los complicados retos que tiene ante sí y evitar 'fantasmas' que hagan peligrar la estabilidad de un equipo que deslumbró a todos en la primera parte del campeonato y del que ahora todos se preguntan ¿qué le pasa al Rayo?

Iraola entregó el relevo en la portería a Zidane y en la punta de ataque a Guardiola, manteniendo el resto del equipo con los nueve jugadores más reconocibles de la temporada. El partido tenía importancia doble, primero por la propia estabilidad del equipo y mantener la fe en su trabajo y además por mantener a raya a un rival directo en la lucha por la permanencia.

El partido arrancó con el Rayo manejando el balón y el ritmo del juego a su antojo, y con el Elche esperando en su propio terreno de juego. El planteamiento parecía 'invertido', el local jugaba a esperar y el visitante a atacar. En lo táctico los dos equipos igualaban fuerzas, cada uno con su estilo, y ni Edgar Badía ni Luca Zidane sufrían en exceso, con el Rayo reclamando al colegiado lo que consideraba un rasero diferente a la hora de cobrarse la faltas y castigar las mismas.

Superado el primer cuarto de hora, con el juego volcado al campo alicantino, iba a ser Fran García el primero en probar fortuna con un disparo lejano que no logró sorprender al guardameta local. Era el primer atisbo de clara intención de golear por cualquiera de los dos contendientes, que iba a tener su continuidad en una rápida acción que permitió a Alvaro García encarar portería con mucho campo por delante y que finalizó con el extremo disparando fuera ante el meta local. 

El balón era del Rayo, las ocasiones, con el equipo llegando por banda izquierda, también. El Elche confiaba en su poderío a balón parado, con Roco rematando una falta bien puesta por Fidel que tampoco sorprendió a Luca Zidane. Así se consumía un choque que seguía desnivelado en la intención, pero inamovible en el marcador.

A la media hora de partido apareció en un par de acciones un Isi Palazón que finalizaba las jugadas con disparos lejanos que siempre salían desviados. El Rayo continuaba con su mejor prestación ante un Elche que quería salir y al que le costaba superar las líneas de presión franjirrojas. Solo faltaba el gol de los de Iraola para hacer justicia a lo vivido en unos primeros cuarenta y cinco minutos en los que el Rayo fue superior en todas las fases del juego.

La segunda mitad iba a arrancar con el Rayo encontrando en su primer acercamiento a puerta lo que no había logrado en todo el primer período. Fran García con un remate desde dentro del área iba a anotar el 0-1 con un balón endiablado que superó a Edgar Badía para que el Rayo encontrara el premio que se le había negado hasta entonces. Llegábamos al minuto 52 y el partido cambiaba de escenario, porque el Elche tenía que cambiar el discurso y el Rayo sentirse cómodo también en las transiciones con espacio por delante.

Comesaña y Trejo seguían siendo los dueños del ritmo del partido, con Fran y Alvaro García volviendo loco al Elche por la banda izquierda. El Rayo presionaba alto, recuperaba balones y se sentía con capacidad para seguir tocando y generando el fútbol suficiente como para cerrar el encuentro.

El segundo período no tenía la fluidez de juego que había mostrado el equipo vallecano en el primer acto, pero el equipo seguía transmitiendo una superioridad abrumadora que finalizaba en el área ilicitano con los remates de Trejo o Isi y que no anticipaban lo que iba a ocurrir a falta de un cuarto de hora para el final. En la mejor acción ofensiva del cuadro franjiverde, tras un remate de Milla que se estrelló en la madera de la portería de Zidane, Carrillo iba a empatar el encuentro ante la pasividad de la zaga vallecana y con Saveljich fuera del terreno de juego por lesión.

El partido volvía a la casilla de partida y lo hacía con el Elche envalentonado por el empate y con el Rayo a la espera de mostrar si su fortaleza mental era suficiente para superar un golpe tan duro como el recibido. Pero la grandeza de este deporte y la crueldad del mismo iban a mandar al infierno todo el trabajo de un Rayo que, en una acción de contra tras un falta a favor en la frontal, iba a recibir el 2-1 a falta de siete minutos. El Rayo se hundía en un partido que había dominado de principio a fin y volvía a Vallecas sin puntos y con la sensación de haber perdido la magia que tan buen resultado le había dado hasta hace poco.