Paulo Gazzaniga ha tardado en arrancar las simpatías generalizadas de la grada de Vallecas, pero ya lo hace a lo grande. Sus primeras actuaciones, con las dudas en las salida del balón del equipo y errores de bulto en varios partidos, le convirtieron en el foco de las miradas y las quejas de algunos aficionados franjirrojos, que pagaron con el cancerbero argentino las iras de una situación deportiva que tenía varios protagonistas y que le situaba en el ojo del huracán.
Una vez asentado, el portero franjirrojo cedido por el Southampton de la Premier League inglesa, se ha convertido en el actual héroe de una hinchada que le jalea y disfruta con sus actuaciones bajo palos. Seguro en las salidas por bajo, atento en las acciones por alto, bien de reflejos y hoy acertado en el lanzamiento de penalti que podía haber supuesto el 1-1 ante el Almería, dejan a Gazzaniga en una posición privilegiada respecto al resto de compañeros de la plantilla. Además, Paulo comparte con la grada sus alegrías y gesticula para alimentar la pasión de unos aficionados deseosos de encontrar jugadores con los que identificarse dentro de un plantel en el que los ídolos del pasado más reciente se han ido cayendo por el camino. Gazzaniga, merced a su trabajo, ha pasado de villano a héroe en Vallecas.