Opinión. Tengo que reconocer que mi primera información sobre el asunto la obtuve del twitter oficial del Rayo Vallecano. Cuando la vi, aluciné, esa es la realidad. No podía creer que el Rayo utilizara de manera tan descarada sus medios oficiales para convertirlos en auténticos medios de comunicación al servicio de quien los maneja. Esa es la realidad, el club utiliza en ocasiones (demasiadas para mi gusto) su departamento de prensa más allá de la función que uno consideraría útil, es decir, servir de enlace con los auténticos medios de comunicación, los que informan y opinan, los que más allá del lucimiento personal de algunos cuentan las cosas como son y no solo como nos gustaría que fueran o, al menos, con diferentes puntos de vista que, a día de hoy, siempre viene bien y es un ejercicio muy saludable.

Todo esto que cuento viene a colación por el bochornoso espectáculo vivido el pasado fin de semana con unos protagonistas tan ilustres como "mal tratados" por el club de sus amores: los artífices del primer ascenso del Rayo a Primera División. Una camiseta, un dossier nada preparado, una comida y una foto (o más de una) con el presidente y después para el resto de mortales, es un homenaje simple y adecuado siempre que se haga de manera pública y notoria. Lo demás, es cubrir el expediente. Eso es lo que hizo el club, cubrir el expediente, de manera privada, de manera oculta y para el único lucimiento de un "medio de comunicación" que debería servir de enlace y no de contraprogramación para los que día a día, semana a semana o mes a mes, se curran la información del Rayo Vallecano. El club debería ser generador de noticias, no digo que no las cuenten, pero sí que no se convierta en el único altavoz de la realidad. Un poco de ayuda nunca viene mal.

Los protagonistas, de manera privada e individual, se preguntaban por qué no habíamos estado presentes, no lo entendían. Sabían las razones, pero no alcanzaban a entender esta sinrazón. Es así. Contentos por volver a estar allí abajo, por recoger el cariño de su gente, de su grada, por volver a sentirse "futbolistas" por unos segundos, porque eso fue lo que estuvieron sobre el césped, unos segundos. Además, unos segundos efímeros, precipitados y con instrucciones muy claras: "Salimos ahí, saludamos, nos hacemos la foto con el equipo y volvemos aquí, al lateral", se les instruyó. Y ellos, cumplidores y profesionales, salieron, saludaron, posaron y se volvieron a ocultar entre la masa. Atrás quedan cientos de anécdotas, miles de kilómetros recorridos, infinidad de goles marcados, fallados y defendidos... una vida de recuerdos tratada casi a empujones y plasmada en un papel que dudo mucho nadie se preocupara de repasar y cotejar, por si contenía algún error por pequeño que fuera (quizá me equivoque, ojalá me equivoque).

Me quedo con sus caras, con sus sonrisas, con esa mirada pillina de alguno recordando algún pasaje con las botas calzadas... el grupo que hace la fuerza y que demuestra que, pese a muchas cosas, el Rayo sigue vivo y lo seguirá por muchos años que pasen, por muchos homenajes que nos oculten o por muchos presidentes y directivos que hagan suyos momentos de miles de vallecanos y rayistas. Mi indignación es compartida por muchos compañeros, pero que cada cual la exprese como le salga del corazón. ¡Aúpa Rayo!