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RAYO 2 - NÁSTIC 0. Crónica

Luz al final del túnel

Los goles de Manucho y Embarba en la segunda mitad cerraron un partido que el Rayo afrontó cambiando de estilo

Escrito por Viernes, 19 Mayo 2017

    El Rayo sumó tres importantes puntos ante el Nástic, rival directo en la lucha por la permanencia, en un partido en el que los de Míchel fueron menos protagonistas con balón. Los goles de Manucho y Embarba sentenciaron un igualado duelo.

    RAYO VALLECANO 2 - NÁSTIC 0

    Ficha técnica:

    Rayo Vallecano (2): Gazzaniga (A), Galán, Dorado, Amaya (A), Alex Moreno, Trashorras (A), Fran Beltrán (A) (Lass, minuto 84), Comesaña (Baena, minuto 78), Embarba, Ebert (Jordi Gómez, minuto 60) y Manucho

    Nástic  (0): Reina, Gerard, Bruno (Madinda, minuto 66), Xavi Molina, Mossa, Tejera (A), Luismi, Jean Luc (Juan M., minuto 71), Cristian (Emaná, minuto 55), Barreiro y Juan Delgado.

    Arbitro: Arias López.

    Goles: 1-0. Minuto 48. Manucho; 2-0. Minuto 59. Embarba.


    Ahora que el objetivo está casi cumplido, y con lo sufrido durante esta larga temporada, cualquier victoria llega acompañada de una sensación de alivio inimaginable hace muchos meses, cuando el Rayo arrancaba un proyecto enfocado a su vuelta a Primera División. Con todo lo que ha sucedido esta temporada, incluso sin jugar bien al fútbol, sin hacer apenas ocasiones de gol, sufriendo y confiando en que Gazzaniga meta una mano salvadora o rezando a todos los santos habidos y por haber para que Manucho acierte de cara a portería, aunque en ocasiones ésta parezca vacía,... bienvenida sea una victoria que deja a los de Míchel a las puertas de un objetivo que meses atrás hacía tambalear la fe de Vallecas.

    El duelo ante el Nástic llegaba impregnado de un aroma de incertidumbre que empezaba a ser preocupante. Incertidumbre por el traspiés de Alcorcón, que hizo mucho daño, pero también porque una hipotética derrota ante el conjunto catalán ahondaría profundamente una herida por la que el cuadro vallecano podía empezar a desangranse. En Alcorcón, el Rayo, y principalmente Míchel, no sumó puntos, pero se llevó una lección que el técnico digirió y que hoy puso en práctica. Los partidos duran noventa minutos, una perogrullada que, tras lo visto ante el Nástic, cobra protagonismo. El Rayo, que presentaba las novedades de Galán y Dorado en defensa y de Comesaña y Manucho en ataque, cambió de imagen, se parapetó en su propio terreno de juego, juntó líneas, cedió el protagonismo del balón a su rival y esperó la mejor oportunidad para hacer daño. Justo lo que había hecho una semana atrás el Alcorcón, aunque el Rayo fuese menos descarado, porque en su ADN tiene un estilo muy definido. Trashorras bajaba a la línea de centrales a recoger el balón, confiando en que Beltrán y, principalmente Comesaña, hicieran el resto del trabajo. Tras pérdida, el equipo se recomponía, no buscaba presionar a lo loco, no dejaba huecos para que el rival aprovechara una superioridad. Orden y paciencia. Paciencia y orden.

    Con el Nástic monopolizando el ritmo del partido, y con el Rayo esperando el mejor momento para asestar un zarpazo, se iría consumiendo un duelo en el que Alex Moreno y Ebert lo intentaron por la izquierda sin éxito aparente, el mismo que tendría Embarba por la derecha, escaso. Manucho, que tuvo una muy clara al final del primer período, tampoco pudo aportar demasiado a un partido que se jugaba en zona de trincheras, muy alejado de las posiciones de área donde se definen los partidos. Por su parte, Gazzaniga vivía tranquilo el desarrollo de una primera mitad en la que el Rayo no quiso y el Nástic no pudo.

    Con el arranque del segundo período las circunstancias cambiaron y lo hicieron para reforzar mucho más el rol de cada equipo en el partido. Manucho acertaba en su primer remate a portería, adelantando al Rayo y permitiendo un repliegue apoyado en resultado que, ahora sí, tenía todo el sentido del mundo. Espoleado por el gol, el conjunto de Juan Merino se fue arriba y dispuso de varias ocasiones de gol para nivelar un partido en el que Gazzaniga había realizado una extraordinaria parada que le volvía a erigir en uno de los héroes de un duelo que quedó cerrado cuando Embarba decidió que había llegado el momento de poner las cosas en su sitio. Un buen remate del extremo franjirrojo, ajustado a la base del palo largo de la portería del Nástic, ponía el punto final a un partido que le sirve al Rayo para vislumbrar la luz al final de un túnel que ha sido demasiado largo y repleto de obstáculos. La próxima parada del tren rayista será La Romareda, otro de esos lugares que huelen al fútbol de toda la vida. Objetivo salvación a la vista.

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