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RAYO 2 - OVIEDO 0. Crónica

El Rayo volvió a ser el Rayo

Fran Beltrán fue el pulmón y el corazón de un Rayo que ofreció su mejor versión de la tamporada

Escrito por Domingo, 19 Marzo 2017

    El Rayo Vallecano ofreció su mejor versión durante los noventa minutos del duelo a vida o muerte ante el Oviedo, que no demostró su puesto en la tabla. Los de Míchel, que no salen del descenso, fueron muy superiores al conjunto ovetense.


    Ficha técnica:

    Rayo Vallecano (2): Gazzaniga, Galán, Amaya, Dorado, Alex Moreno, Trashorras, Fran Beltrán (Jordi Gómez, minuto 65), Embarba, Lass (Manucho, minuto 74), Ebert (Rat, minuto 57) y Javi Guerra.

    Oviedo (0): Juan Carlos, Saúl (Carlitos, minuto 14), Borja, Johannesson, Varela, David Fernández, Susaeta (García, minuto 67), Michu, Linares (Jonathan Pereira, minuto 72), Torro y Costas.

    Arbitro: De la Fuente Ramos (colegio castellano-leonés).

    Goles: 1-0. Minuto 12. Ebert, de penalti; 2-0. Minuto 59. Javi Guerra.


    Esta vez sí hubo metamorfosis total y los retazos ofrecidos en momentos puntuales de jornadas anteriores se convirtieron en el partido total que tanto se añora en Vallecas. El equipo de Míchel volvió a ser protagonista con el balón y se mostró intenso, aguerrido, solidario y muy trabajador cuando la posesión correspondía al equipo rival. El Oviedo, que llegó a Vallecas pensando en prolongar su buena racha y seguir enganchado al sueño del ascenso, se dio de bruces con una realidad que para nada se corresponde con lo que dice la clasificación. Esta noche, ni el Oviedo fue tan de Primera ni el Rayo tan de Segunda B, aunque sus vidas así lo reflejen.

    El técnico vallecano innovó en la alineación inicial buscando tanto protagonismo por banda, como fuerza y velocidad interior. Para lograrlo le pidió a Alex Moreno, que recobró su sitio en la banda, que se encargara de todo el carril izquierdo, subiendo y bajando, trabajando en ataque y sacrificándose en defensa. El 'carrilero' cumplió a la perfección su cometido y, mientras el físico aguantó, fue un referente para que Trashorras encontrara desahogo a su juego combinativo. Además, con Embarba por dentro ayudando a Javi Guerra, que fue el delantero referencia, y a Fran Beltrán, que volvió a ser el pulmón del equipo, el Rayo ganaba en consistencia, aferrándose con fuerza al penúltimo tren de la salvación que pasaba por Vallecas.

    Los primeros veinte minutos fueron un auténtico vendaval vallecano. El juego fue dominado de principio a fin por un Rayo que, en el día del padre, pareció querer brindarle a 'Papá Jémez' un partido completo del fútbol con el que el ex entrenador vallecano alimentó e hizo crecer a este equipo. Seguro que, en la distancia, Jémez disfrutó viendo a Trashorras manejar el partido, a Lass desbordar por banda, a Moreno llegando a línea de fondo y a Ebert pareciéndose al mejor Ebert visto en Vallecas. Para la aportación de Beltrán sería necesaria una crónica independiente por lo que supone para este equipo. El más joven del lugar es capaz de luchar como el más veterano, de recuperar balones, apoyar en corto, llegar a zona de ataque y recuperar terreno para volver a robar. Así es el fútbol de la figura más prometedora que se ha visto por estos lares en mucho tiempo. Si Presa lo entiende, que lo ate para la eternidad antes de que sea demasiado tarde.

    Volviendo al partido, los ocho mil espectadores que no dejaron solo al Rayo (un buen grupo apoyaban al Oviedo, eso también es cierto) disfrutaron de los mejores momentos de su equipo en toda la temporada. Toque, toque, llegada por banda, buenos centros, intención en los remates, intensidad de todo el equipo en la presión, recuperación de balón, toque, toque y nueva llegada con buen centro o, al menos, regular centro. Así se fueron consumiendo los primeros minutos de un partido en el que el Rayo hizo de monologuista y el Oviedo de espectador. A los siete minutos, Ebert se topó con el poste de la portería de Juan Carlos, convirtiendo el partido en una especie de clásico de remontada. El ambiente de Vallecas contribuyó, y mucho, a que el de esta noche fuera un partido especial, porque el equipo, ocupando la última posición de la tabla, necesitaba todo tipo de ayuda.

    Con el Rayo volcado y el Oviedo desarbolado, los locales continuaron su asedio hasta encontrar lo que tanto andaban buscando. Alex Moreno volvía a sorprender una vez más por su banda y Johannesson le derribaba dentro del área. Ebert no falló el penalti y el Rayo empezó a jugar a placer, a favor de resultado y sintiéndose, casi por primera vez en toda la temporada, muy superior a su rival. El Oviedo era un equipo vulgar, sin salida, sin apoyos, sin profundidad y con Linares, Michu, Susaeta y compañía desorientados sobre el césped de Vallecas. Con el partido de cara, el Rayo entró en una zona de confort en la que vivió plácidamente, viendo que su rival era incapaz de levantarse del golpe. Ebert trabajaba a destajo en ataque y en defensa, Amaya y Dorado apenas tenían trabajo y el que afrontaban lo solventaron con garantías y sin complicarse, casi nunca, mientras que Javi Guerra continuaba en su lucha de gladiador con los centrales del conjunto ovetense.

    En la segunda mitad, el partido cambió de rumbo con el Rayo ordenado en defensa, cediendo algún metro en la salida de balón e intentando que las contras pudieran ayudar. Aun así, el trabajo en la presión siguió siendo muy intenso y muy alto, dificultando la salida desde atrás de los de Hierro, que no encontró el antídoto para el veneno de un Rayo enrabietado y casi desconocido. Ebert, que había recibido un fuerte golpe en el costado, abandonó el campo para permitir que Míchel recompusiera el dibujo táctico de los suyos. Tras el gran derroche físico de Alex Moreno, Rat, que entró en sustitución del alemán, se incorporó para ayudar por la banda izquierda, previendo unas dificultades que Javi Guerra despejaría al conseguir el 2-0, que daba la tranquilidad y que hacía respirar a Vallecas, que siguió disfrutando con los suyos.

    Fran Beltrán, que se había vaciado, dejó su sitio a Jordi Gómez, que vivió un momento tenso con el capitán Trashorras en el lanzamiento de una falta en la frontal del área, mientras Lass, que por momentos ofreció el fútbol que Míchel espera de él, se marchaba para que Manucho terminara el trabajo y permitiera que el juego directo diese un último respiro al conjunto franjirrojo. Con muchas faltas, y con 'La vida pirata' atronando en el templo de Vallecas, se ponía fin a una noche redonda en la que el Rayo volvió a ser el Rayo, abriendo una ventana de esperanza entre tanto desasosiego.

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