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GETAFE 1 - RAYO 0. Crónica

Ilusión e imagen sin resultado

El Rayo de Mïchel mejoró su imagen pero volvió a perder, agudizando su crisis clasificatoria

Escrito por Sábado, 25 Febrero 2017

    El Rayo Vallecano recuperó su estilo de juego, se pareció a sí mismo, mereció mejor suerte en la primera mitad, pero terminó perdiendo en la segunda ante un Getafe que fue de menos a más. El estreno de Míchel se salda con derrota.

     


    Ficha técnica:

    Getafe (1): Alberto, Mora, Peña, Buendía (Scepovic, minuto 75), Lacen, Chuli (Portillo, minuto 57), Molinero, Jorge Molina, Damián, Jiménez (Miguel Angel, minuto 86) y Jesús.

    Rayo Vallecano (0): Gazzaniga, Quini, Amaya, Dorado, Nacho, Trashorras, Baena (Jordi Gómez, minuto 28), Lass (Alex Moreno, minuto 60), Embarba, Ebert (Toni, minuto 77) y Javi Guerra.

    Arbitro: Eiriz Mata.

    Goles: 1-0. Minuto 89. Dorado, en propia puerta.


    El Rayo Vallecano cayó derrotado en su visita al Coliseum Alfonso Pérez en el partido que sirvió como presentación del nuevo entrenador, Míchel, que llega al Rayo para recuperar el fútbol de Paco Jémez, pero que en su estreno cosechó el mismo resultado que sus predecesores en el cargo. La derrota del conjunto franjirrojo le sitúa en zona de peligro y, pese a la mejoría del juego, principalmente en la primera mitad, no termina de sacarles de la profunda crisis en la que se han metido por sus propios méritos.

    El de hoy fue un partido que trajo consigo una palabra: ilusión. La ilusión de un técnico al que su reválida como entrenador profesional ha llegado mucho antes de lo que él hubiera esperado. Sin experiencia, sin méritos, pero con una tremenda dosis de optimismo, esperanza y ganas, Míchel ha intentado en apenas cuatro días recuperar la destrozada moral de un equipo dividido, desquiciado y totalmente identificado con la derrota y los malos resultados.

    La llegada del nuevo técnico ha traído consigo el regreso a la primera línea de jugadores "apartados" por entrenadores anteriores y "borrados" de manera unilateral por ellos mismos cuando las cosas no venían bien dadas (alguno de aquellos todavía no ha encontrado su sitio en el equipo y es posible que ya no lo encuentren nunca más). El más significativo es el caso de Roberto Trashorras porque su imagen siempre quedará ligada al estilo de juego del Rayo de Paco Jémez. Míchel quiere que el mejor Trashorras venga al rescate de este Rayo y, durante cuarenta y cinco minutos, logró su objetivo. Junto a él volvieron Nacho, Baena, Ebert, Javi Guerra y, sobre todo, Lass, otro jugador olvidado en épocas anteriores y que hoy cumplió sobradamente lo que se puede esperar de su velocidad, explosividad y verticalidad.

    El duelo ante el Getafe arrancó con un Rayo valiente, ofensivo, agresivo y dominador. El conjunto franjirrojo se quedó con el balón y además supo qué hacer con él. Con el equipo totalmente abierto, con Lass por un costado y Embarba por el otro, Trashorras dominó el centro del campo, apoyándose en el excepcional 'trabajo sucio' de un Raúl Baena que volvió a ser el apoyo más incondicional del gallego en la medular. Así, el Rayo conseguiría parecerse al Rayo y con velocidad de balón, con llegadas por banda y con presencia en la presión y la recuperación alta del balón, dominaron el primer tiempo de principio a fin, mereciendo la victoria por planteamiento y por ocasiones. Javi Guerra, que fue el primero en defender, arrastró la presión en bloque del Rayo que, casi jugando de memoria, bloqueaba a un Getafe maniatado y sorprendido en su propio terreno de juego.

    Las peligrosas y constantes llegadas de Lass y Embarba generaban dudas en la línea defensiva del conjunto de Bordalás, que tendría que recurrir al mejor Alberto bajo palos para sobrevivir a una primera mitad de constante dominio franjirrojo. Embarba gozó de una gran ocasión que desbarató Alberto con el pie cuando ya había quedado superado, aunque minutos antes ya había demostrado sus reflejos y excepcionales maneras a dos buenos intentos de los delanteros de un Rayo que se veía superior y que se sabía merecedor de un victoria que, pese a sus méritos, no llegaba.

    Ebert estuvo muy activo moviéndose entre líneas y generando los espacios para las llegadas de los extremos y el Getafe, con muchas dudas, sufría y sufría para mantenerse en pie. Todo pintaba bien para el Rayo hasta que el paso de los minutos y la lesión de Raúl Baena empezaron a trastocar los planes de los de Míchel. El centrocampista malagueño sufrió un pinchazo en el gemelo derecho en un salto por la disputa de un balón y rápidamente haría gestos al banquillo indicando que el partido se acababa para él. La entrada de Jordi Gómez daría más frescura en el toque al equipo, pero le restaría la presencia en la recuperación y el trabajo descomunal de Baena a las espaldas de Trashorras.

    A la segunda mitad, el Rayo sumó el cansancio (después de una temporada corriendo de lado a lado y casi nunca de portería a portería) a la presión más agobiante y eficiente del Getafe para empezar a perder protagonismo, metros y presencia en campo contrario. Los de Bordalás empezaron a crecer en el partido, mientras el Rayo se diluía poco a poco, terminando el choque encerrado en área propia y 'rezando' para que todo lo bueno y los merecimientos acumulados en la primera mitad no derivasen en la debacle que se consumaría en el último suspiro del encuentro.

    En este período el bajón del cuadro vallecano sería notable. Trashorras ya no tocaba tanto balón, obligando a Jordi Gómez a desdoblarse y multiplicarse para ocupar los espacios que ya no estaban tan bien cubiertos. Además, las bandas dejarían de ser tan incisivas y los metros a recorrer empezarían a parecer kilómetros para algunos futbolistas. El partido se pondría tan cuesta arriba para los franjirrojos que el Getafe, sin apenas tener que hacer un esfuerzo mucho mayor, ya se veía instalado en la ilusión que hasta entonces solo había tenido color visitante. Pese al mayor control del juego azulón, el Rayo tampoco sufría en exceso y, salvo un par de intervenciones sin demasiado mérito de Gazzaniga, el partido se encaminaba a un empate que, visto lo visto, parecía el resultado y el premio más justo para los merecimientos de unos y otros.

    Pero está claro que cuando algo puede salir mal, para algunos siempre sale mal. Los de Míchel, que vivió intensamente el partido en la banda y que pidió con insistencia a Gazzaniga que sacara rápidamente el balón para buscar la victoria, se encontrarían con el mazazo del gol de Dorado en propia puerta cuando todo parecía visto para sentencia. El Getafe encontraba finalmente lo que había buscado en la segunda mitad, dejando al Rayo 'compuesto y sin novia' y hundido en una profunda depresión colectiva. La ilusión y la imagen llegan a Vallecas... los resultados, aún no.

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