El hombre del "aquí y el ahora", el que no mira "el DNI de los jugadores" y el que se enamoró del Rayo y ya no pudo escapar de sus redes, José Ramón Sandoval, vuelve a ser feliz. El técnico de Humanes volvió a "su" estadio, se sentó en "su" banquillo y volvió a dirigir a "su" equipo ante la afición que todavía le recuerda como quien obró el milagro de ascender a Primera y el hombre consiguió, una temporada después, mantenerlo en la élite (Tamudazo incluido). Hoy, Sandoval ha vuelto a sonreír rodeado de los suyos y ha vuelto a escuchar cómo suena Vallecas. Por su cabeza seguro que han pasado miles de momentos inolvidables vividos en el pasado que se mezclaban con la ilusión y las ganas de iniciar este nuevo proyecto. Vallecas no es una plaza sencilla (que se lo pregunten a Presa, del que volvieron a acordarse hoy desde la grada), Sandoval ya lo sabe. Ganas no le faltan, ahora queda transformarlas en realidad y eso solo el futuro podrá descifrarlo. Sandoval hoy es un hombre feliz.